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Llegamos al sexto mes del año 2019, y se siente cómo permean los comportamientos derrotistas, muestras de desilusión, faces fatigadas y pesadumbres del cuerpo, con apenas destellos de energía, lo que hace muchos años no veía por doquier. Ahora me hizo reflexionar el comentario de una compañera, quien lastimosamente destacaba las caras largas y actitudes pesimistas aquí y acullá. Y pregunto: ¿qué elementos obstaculizan el poder alcanzar la plenitud en cada acción o tarea del día, máxime en estas épocas?

No quedando conforme con las interrogantes planteadas, me senté en la noche, y tratando de encontrar respuestas en el mundo de las letras, sin querer me topé con pasajes de la “Divina Comedia”, cuya fuente de inspiración, seguro, fueron algunos pecados capitales. Me refiero a lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia.

Pero más allá de criticar o citar nombres de compañeros, superiores, subalternos o personajes de la calle, yo invitaría a cada uno de nosotros a realizar un autoanálisis honesto, a través del recuento de nuestras obras en el transcurso de las últimas semanas. ¿Cuáles fueron los pecados capitales en los cuales incurriste consciente o inconscientemente? Sobre los daños, no te lamentes, ocúpate de resarcirlos desde hoy, mañana y siempre. ¡Nunca es tarde!

Veamos, para iniciar el recuento: ¿es acaso la avaricia tu talón de Aquiles? Semejante a la lujuria y la gula, busca sin descanso la adquisición de riquezas materiales que nos van llevando a la pobreza de valores y creciente separación de la familia. Nos justificamos refiriendo que para vivir mejor hacemos lo que hacemos ¡falso!

Si de la pereza hablamos, no solo haría énfasis en la tristeza de ánimo para hacer las cosas bien y para provecho del colectivo, sino también de lo que nos aparta de las obligaciones espirituales. No menos dañina es la ira, cual sentimiento no ordenado ni controlado de odio y enojo que lleva de la mano al desmembramiento de la cohesión social. La mayoría sucumbimos.

Llegó la socorrida envidia, cual tsunami arremete con todo. Pecado capital que no se detiene para violentar, atropellar, lastimar y actuar con doble cara, revelando la pusilanimidad del ser humano. Quisiera cerrar con la soberbia o el orgullo, por ser el más importante y atractivo, ya que busca enaltecer virtudes propias sin reconocer la paja del ajeno.

Ahora me pregunto: ¿no serán estos elementos dictados principales detonantes del creciente inconformismo, más allá de la descomposición económica y social que nuestros gobernantes han construido con afanoso esmero?

No contestes, solo te pido que hoy sonrías y disfrutes. Deshazte de los lastres y vuelve a ser niño; enciende nuevamente la esperanza que cimienta el rescate del ser humano cual obra maestra divina.

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