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La estrategia en cuanto a la campaña de vacunación podemos considerarla efectiva y, con base en las últimas revisiones tanto en América como en Europa, lleva un buen ritmo. Desafortunadamente en muchas personas ha permeado la falsa seguridad contra la enfermedad y les puedo comentar que los niveles de inmunoglobulina A, que es la que se genera en mucosas y evitaría la transmisión de llegar a contagiarme, no evidencia resultados satisfactorios en términos generales después de la vacuna, contrario a la IgG, que protege contra la gravedad de la enfermedad.

Deben recordar quienes la reciben, que los tiempos para que el cuerpo responda son impredecibles y de sus resultados pocos sabemos en cuanto a los títulos (inmunogenicidad), toda vez que el sistema inmune no tiene palabra cuando de portadores de enfermedades crónicas paciente con ingesta de medicamentos, amén de cambios estructurales de los órganos y sus vasos sanguíneos conocemos. Lo comentado no es novedad, pero al parecer desoímos algunas experiencias de otras latitudes y potenciales consecuencias, si no hemos recibido las dos dosis de vacuna como esta ordenado. Tal parece que la caja de resonancia de las autoridades, no hizo eco y se confío tan solo en cifras y no se enfocó en los seres humanos vulnerables y poco preparados inmunológicamente para enfrentar al flagelo.

Elementos externos como la reactivación económica y las campañas políticas, entre varios, “hicieron caso omiso al potencial riesgo”. De ninguna manera trato de cuestionar lo irrebatible, la economía debe continuar, de lo contrario no hay trabajo, crecimiento, seguridad social etc., pero el haberle apostado a la responsabilidad y conciencia de la gente -con todo respeto-, de antemano, sabíamos que sería un terreno riesgoso, inexplorado y sin experiencia en nuestro Estado, pero las entidades aledañas ya habían fracasado en el intento. El impacto no solo económico, sino el psicológico y social ha sido relevante; niños encerrados durante más de un año, jóvenes con ansias de volver a la normalidad, adultos regresando a su vida laboral normal, familiares que deseaban volver a sentirse físicamente, fueron entre muchos los motivos también de haber concedido licencia para libre tránsito, olvidando que la naturaleza humana no se regula por decreto, cada individuo tiene esencia particular, que algunas veces se pierde cuando nos encontramos en grupo, donde se responde a emociones, pasiones y no a los lineamientos dictados. Freud ya nos lo había adelantado.

Ahora queda nuevamente hacer un “in pass”, donde toda la sociedad y sobre todo el sector salud, tendrá que revisar otra vez protocolos, estrategias, pero con menos dinero que el que teníamos al inicio de la pandemia. Esperemos que su capital humano (lo más valioso), sea punto prioritario después de las experiencias vividas. Recuerda, la vacuna no te vuelve inmune, y de cepas otro día hablamos.

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