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El arte y la cultura se han mantenido a lo largo de mucho tiempo como productos de expresión del pensamiento humano; sin embargo, la manera de crear, difundir, conservar y otorgar reconocimientos a la creación ha sufrido infinidad de cambios debido a distintos tipos de intereses que obligan al artista a estar en una constante búsqueda en su técnica e ideales.

Esta incesante renovación no es exclusiva del creador, ya que los agentes encargados de la difusión del arte son pieza clave en el reconocimiento que se le da a la obra, por lo que también necesitan mejores métodos y estrategias de difusión.

La figura del promotor cultural ha estado siempre presente en el ámbito artístico-literario, desde los tiempos de la Roma Clásica, en la que un personaje llamado Mecenas fue el encargado de promover entre la aristocracia la obra de pensadores tan importantes como Virgilio y Ovidio. De allí proviene el término utilizado cuando se habla de un patrocinio al artista: el mecenazgo.

En la actualidad, los promotores culturales se han dado a la tarea de idear nuevos métodos y conceptos para que sus proyectos sean de mayor repercusión.

En esta búsqueda exigen más recursos, un mayor reconocimiento a su labor, pero, sobre todo, una profesionalización que ha dado pie a la figura del gestor cultural. Incluso en Yucatán se ofrecen carreras enfocadas a la formación de estos profesionistas.

En este sentido, vale la pena cuestionarse ¿qué tanto apoyo reciben estos agentes sociales por parte de los gobiernos? En México, las prácticas culturales y artísticas durante mucho tiempo no fueron apoyadas por la inversión pública ni privada.

Es hasta hace unos años cuando se ha notado un cambio en los intereses gubernamentales intentando reparar los tejidos sociales, que por el clima de violencia y corrupción se han quebrantado.

Sin embargo, aún no existe una visión por parte de los sectores público y privado acerca del gestor cultural como agente principal e intermediario entre gobierno y sociedad, y por lo tanto no se presta mayor atención a los requerimientos de éstos. La capacitación, evaluación y reconocimiento de estos agentes son fundamentales para una mejor aportación social e inclusive para la creación de fuentes económicas y laborales.

Es necesario que los gobiernos tomen nota del papel primordial que tiene el gestor cultural para el éxito de las políticas públicas. Por su parte, a estos profesionistas les corresponde apelar por sus intereses, pero también tienen la obligación de difundir el trabajo que realizan a favor de nuestras comunidades.

En una época en la que todo lo que consumen las nuevas generaciones viene cargado de violencia, la mejor forma de avanzar es a través del arte. Pobres de aquellas sociedades que no le apuesten a su difusión.

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