¿Necesitamos hoy el nacionalismo?

Jorge I. Castillo Canché: ¿Necesitamos hoy el nacionalismo?

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La pregunta viene a cuento por las escenas recurrentes en Youtube de denuncias ciudadanas de las playas privatizadas en Quintana Roo por hoteles y otros negocios turísticos en manos de extranjeros; en una de ellas, un ciudadano con una bandera mexicana desplegada, hace un llamado a defender las playas de nuestro país. Esta acción invita a una reflexión sobre la importancia histórica del nacionalismo y su necesidad en un contexto de globalización e internacionalización como principios rectores de una economía transnacional y una educación por competencias.

El nacionalismo es un fenómeno político, social y cultural que acompañó a todos los países del mundo en el momento que se fueron constituyendo como Estados nacionales; en Europa inició con antiguas potencias colonialistas como Inglaterra y Francia, con sus respectivas revoluciones en los siglos XVII y XVIII. En América el proceso arrancó a fines del siglo XVIII con la independencia de las 13 colonias que fueron la base de los Estados Unidos de Norteamérica y continuaría con los movimientos independentistas de las antiguas posesiones americanas de la Monarquía española en las primeras décadas del siglo XIX, de ellos nacerían los actuales países de Latinoamérica. En el siglo XIX el nacionalismo pretendía construir una comunidad homogénea de individuos a través de una serie de símbolos e imágenes nacidas en el contexto de acontecimientos fundadores de una nación y de la defensa de su independencia. Así surgieron las banderas, himnos, colores y fechas históricas con su caudal de héroes dando origen a la historia patria enseñada desde entonces en la educación formal y las ceremonias cívicas públicas. Aún con sus particularidades, la intención general fue construir una identidad y pertenencia, desarrollar el orgullo de ser parte del país en que se había nacido y defenderlo por si era necesario de las demás naciones.

En la historia mundial del siglo XX con sus nacionalismos extremos, el nazismo alemán y el fascismo italiano, y sus terribles consecuencias en la Segunda Guerra Mundial, se produjo una corriente contraria al sentimiento nacionalista que, sin embargo, no aplicó para los países vencedores en este conflicto internacional como Inglaterra, la URSS y los Estados Unidos. Los nacionalismos de estos últimos serían parte esencial de sus fortalezas morales en su enfrentamiento mundial en las siguientes décadas, una época conocida como la Guerra Fría. La identidad nacional sigue siendo un elemento esencial de los países más desarrollados en Europa, Asia y América; las naciones latinoamericanas que un día fueron colonias con más razón deben mantener su nacionalismo, ¿o pensar en un pannacionalismo?, frente a un capitalismo extremo que sigue expoliando los recursos naturales, aprovecha la mano de obra barata e inunda con sus productos y mercancías desechables a nuestras sociedades.

El nacionalismo de hoy debe estar a tono con los principios dominantes de la tolerancia, la justicia, la equidad, el respeto a la naturaleza y renovarse con la herencia de los pueblos originarios. Sólo entonces podremos defender los diferentes bienes naturales de este país, las playas son uno de ellos; debemos evitar que se sigan privatizando como sucedió en el pasado reciente con la complicidad y corrupción de los gobiernos neoliberales. Todo extranjero es bienvenido en México, pero debe respetar las leyes.

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