Adiós Édgar, amado hermano

Jorge I. Castillo Canché: Adiós Édgar, amado hermano

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

No sé cómo comenzar, sólo alcanzo a escribir unas líneas y las lágrimas brotan nublando el teclado de la computadora. Tomo fuerza y lo intento de nuevo, ¿te acuerdas cuando te cargaba en mis hombros y llevaba con mis amigos de la infancia reunidos en la banqueta o la esquina preferida? Una época sin las preocupaciones ni responsabilidades del adulto, donde lo extenuante único era evitar el regaño de nuestro padre y su cinta de sastre. Cuando por tu carácter inquieto de siempre tuviste ese accidente brincando la albarrada que separaba nuestra casa del terreno de junto y pensamos ingenuamente que no serías papá cuando crecieras.

Pero no, has dejado dos bellos sobrinos, Eduardo y Bryan, para decirnos que no te has ido físicamente del todo; que los tenemos a ellos para abrazarlos muy fuerte y sentirte en esa comunión que va más allá de lo material. Además, te tengo en mí, en mis ojos, en mi nariz, en mis labios, en mi pelo, en todo mi ser, por ello, hoy más que nunca encuentro tan banal la preocupación de tantos y tantas por alcanzar la “perfección” física pregonada por el mundo comercial y digital que ha cobrado ya varias muertes en nuestro país.

Recurro de nuevo a la memoria y me veo contigo en una de esas tiendas departamentales del centro de la ciudad cuando todavía no proliferaban las plazas comerciales y la gran mayoría aún lo reconocía como el lugar más importante de la ciudad. Es el día de tu cumpleaños, quiero darte todo lo que no tuve, compramos tu ropa y zapatos de moda. En mi mente se agolpan todo tipo de momentos contigo, que compiten unos a otros para que yo los saque del olvido y vuelva remembranza viva; eres ya un adolescente con toda la rebeldía natural contra la autoridad, comienzan las experiencias no gratas, distintas escuelas, discusiones con papá y mamá e incluso conmigo, a quien consideras de alguna manera un segundo padre y lo asumo.

La vida sigue y un día me entero que también te vas a casar -pocos meses después que yollegan tus hijos, experimentas el dolor profundo de la primera pérdida de un ser amado en tu esposa, rehaces tu vida, pero la enfermedad que te acompañó sigue creciendo. Sin embargo, no te detiene para continuar en tu trabajo donde reconocen tu sencillez y amabilidad, tu vocación de servicio, tu carácter ligero de despreocupación y que te hace tener esa sonrisa la mayor parte del día. Eres un gran bailador, estás orgulloso de ello, bailas con tu esposa, hermanas y cuñadas en las fiestas de navidad y año nuevo, recordando los pasos de nuestro padre para traer por un momento a quien ya no está.

Hoy, hermano, eres tú quien ha partido y aunque me duele el alma, sé que también fue tu liberación; a cada uno de nosotros, tu madre, tus hermanos, esposa, hijos y nieto, nos has dejado un regalo de vida. Ya nos tocará descubrirlo, mientras tanto, sólo te digo: gracias por haber sido mi hermano, te amé y lo seguiré haciendo por siempre.

Lo más leído

skeleton





skeleton