Las falsas ideas sobre AMLO (y II)
Jorge I. Castillo Canché: Las falsas ideas sobre AMLO (y II)
Un ejemplo de la falta de rigor en el uso de la comparación histórica la encuentro en la opinión de Sergio Aguayo, reputado profesor-investigador de El Colegio de México. En su artículo, “Ecos del 68”, expresó que el rechazo estudiantil y de académicos del nuevo director del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) y la cerrazón del Presidente y de la directora del Conacyt al diálogo replicaban “los enconos y las negativas” de las autoridades de ese año que terminó con el baño de sangre, que hoy seguimos recordando cada dos de octubre.
Para no volver a transitar ese camino, Aguayo hizo un llamado general para la resolución del conflicto por medio del diálogo. Es cierto que en ningún momento compara literalmente a López Obrador con el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, sin embargo, también es verdad que no es necesario hacerlo directamente y esa es su ruta al tener siempre como referente las actitudes autoritarias y represivas del gobierno de Díaz Ordaz para analizar la respuesta de la autoridad federal en lo que ocurre en el CIDE.
Asimismo, debo subrayar su honestidad intelectual, pues en la entrevista de hace unos días con el periodista Julio Hernández –en su canal “Julio Astillero” de Youtube-, terminó reconociendo su equívoco con el título elegido para su artículo.
AMLO también ha sido presentado continuamente como alguien que pone en riesgo los logros y el avance de la democracia en este país, como un destructor de instituciones con el afán de erigirse como el hombre todo poderoso. Enrique Krauze, por ejemplo, ha expresado que ningún Presidente desde 1982 había concentrado tanto poder como Andrés Manuel y que con su Gobierno se había regresado al viejo régimen, la “presidencia imperial”; es decir, la del hombre fuerte del ejecutivo que subordina a los otros poderes, el Legislativo y el Judicial, calificándolo por ello de autócrata.
El famoso historiador y empresario cultural también se ha referido al mandatario como alguien que calumnia, difama, miente y que usa las “mañaneras” para atacar a los críticos de su Gobierno. Ahora bien, si con López Obrador se ha dado una regresión en nuestra joven democracia, ¿cómo entender que Krauze pueda hoy hablar así del gobernante tan libremente?, o que suscriba sin temor alguno documentos donde se dice que en México peligra la democracia, y que no tema escribir en el New York Times pidiendo de alguna forma la intervención del presidente Joe Biden para evitar el “declive democrático” de México. Por otro lado, me pregunto, ¿usó calificativos como estos, u otros, para describir la personalidad de los anteriores presidentes desde el inicio de sus gestiones?, o incluso, antes de que fueran mandatarios, como sí ha hecho con AMLO, a quien llamó desde hace mucho tiempo un “mesías tropical”.
El cuestionamiento a los críticos del Presidente no es a su abierta oposición política e ideológica; al contrario, tal actitud es sana para cualquier sistema democrático. El problema es la lectura poco profunda de la realidad que lleva a emitir opiniones incorrectas que sólo enrarecen más el ambiente social, contribuyendo también a la polarización y la división que tanto le reclaman a AMLO.