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Uno de los asuntos más importantes para el desarrollo de las naciones y sus ciudadanos es el tema de la educación. Por eso, la reforma estructural más importante que se había realizado en nuestro país fue la educativa. Con educación se puede salir del subdesarrollo, sin ella estamos condenados a seguir en él. En unos días más, se publicará en el DOF la contrarreforma educativa. Veremos qué ocurrió con la evaluación docente, la carrera magisterial, la infraestructura, que, para bien o para mal, la reforma de Peña Nieto había establecido. ¿Se acabarán las mafias educativas que durante años han ordeñado el presupuesto para la educación? ¿Seguirán siendo los sindicatos magisteriales mafias del poder político?

El proceso educativo no debe ser lineal sino circular, de tal forma que se convierta en un ir y venir; es decir, el que enseña aprende y el que aprende enseña. Gran cantidad de autores expertos en materia educativa señalan que en el proceso educativo es un actor quien desarrolla un papel fundamental, ya sea el maestro o el alumno. La labor del maestro, para nosotros, debe ser la de una persona consciente de su importante y sacrificado desempeño con los alumnos. El profesor debe entregarse y lograr que sus discípulos lo superen; si logra esto, significa que ha sido un gran maestro. Dice Leonardo da Vinci: “Pobre discípulo el que no deje atrás a su maestro”.

Criticando los contenidos y la forma tradicional de impartir educación, Platón sostiene: “La educación es como una matanza de inocentes”. Habría que cuestionarnos las ideas, mitos y leyendas que nos han enseñado y también contar con una escuela para desaprenderlas. Aunque parezca de antemano que es una idea descabellada, también estamos seguros de que sería una buena opción.

Quien se ostenta maestro tiene que estar consciente y pensar en el sacrificio que significa entregarse de lleno a la formación de seres humanos para la vida. El profesor debe ser un inspirador para el alumno, un generador, desarrollador de las potencialidades de sus alumnos.

Hacerles saber que ellos, por sí solos, deben potencializarse sin depender de nadie. Hay quienes ven el tema del compromiso del profesor como un apostolado. El reto del maestro es romper con esos modelos tradicionales de la educación. Hoy la educación representa otra visión del ser humano: la integral, es decir, no solo formar personas con aptitudes sino con actitudes, individuos íntegros.

Los retos de hoy son varios y disímbolos: la sociedad utilitaria, la posmodernidad y la polaridad de los valores, el adelanto de la ciencia y la tecnología y sus implicaciones socioculturales, entre ellos la anarquía de las redes sociales y las nuevas “modas” de la sociedad de consumo, entre otros. Superarlos es el reto.

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