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Hace 15 años llegaba la expo-sexo al “Palacio de los Deportes” en el antiguo Distrito Federal. Apología del sexo en su máxima expresión. Un grupo de estudiantes universitarios decide ir, para ver de qué se trata. En México la cultura de lo relacionado con el sexo ha sido por muchos años un tabú. Con este tipo de eventos se pretende desmitificarlo.

Sorpresa mayúscula, luego de un casting, Francisco, quien estudia el décimo semestre de Derecho en una universidad privada de la Ciudad de México ha sido seleccionado junto con dos más para convertirse en actor porno. López Dóriga, Carlos Loret, Rocha y demás periodistas de televisión y radio entrevistan a estos tres “valientes” que arriesgan el físico para convertirse en actores de Sodoma y Gomorra.

Finalmente, Francisco es el agraciado. Flaco, desgarbado, apenas supera los 1.60 (a su estatura me refiero). Esas son algunas de las características de Francisco, joven de aquel entonces que aspiraba a convertirse en actor a cambio de 50 mil dólares americanos por 30 escenas de sexo grabado en cortometraje con una pornostar norteamericana traída ex profeso.

“Pero Francisco ya vas a ser abogado” -le cuestioné-. “Ya lo sé profesor, pero 50 mil dólares son muy buenos para iniciar mi despacho” -me reviró. Estaba convencido de esta experiencia física-farandulera.

“Llega pornostar a México para empezar filmación con nuevo actor mexicano”, fue el anuncio del periódico Excelsior. Por fin Francisco debutaba como histrión bajo contrato. En el futbol México perdía 2-1 ante Estados Unidos, Francisco sin proponérselo iba a cobrar venganza.

Una crónica periodística del día del debut relata que Francisco respondió a las expectativas sobre nuestro fervor en cosas del cuerpo. Se comportó como “un grande”. Finalmente, “Francisco sacó la casta mexicana”, dijo el periódico. No sé en qué terminó esta historia. Pero de que pasó, pasó.

Desde luego que esta anécdota de Francisco no es modelo a seguir, ni estereotipo de éxito ni nada parecido, ni de comportamiento serio y deseable. Pero es una realidad que pasa en cualquier lugar.

Finalmente, no supe en que acabó el abogado Francisco, pero esta anécdota me demostró, más allá de moralismos puritanos, lo que algunas personas son capaces de realizar en aras de obtener recursos o quizá también de vivir experiencias diferentes en sus vidas.

Ortega y Gasset sostiene que el único animal capaz de deshumanizarse es el hombre; el tigre dice don José, no se destigra ni el león se desleoniza.

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