Desorden urbano; la cultura del 'ahí se va'
El poder de la pluma
El crecimiento descontrolado de Mérida ha generado problemas que hemos padecido desde hace años, sin que ninguna autoridad los intente resolver. Esta solo se preocupa por proporcionar servicios públicos sin planear lo referente al desarrollo de la ciudad. El tránsito vehicular en algunas zonas es caótico, el crecimiento urbano y demográfico desproporcionado también empieza a generar graves problemas.
Casi todas las colonias de Mérida padecen desorden urbano. El tema es que nadie hace nada por solucionarlo. Debería constituirse un órgano especializado en temas de crecimiento y orden urbano, que real y efectivamente funcione.
La falta de cultura vial es notoria. Nadie se ha encargado de diseñar el crecimiento urbano ni poblacional. Los yucatecos estamos orgullosos de que algunas revistas consideran a Mérida como una de las mejores ciudades del mundo, empero esta distinción no es eterna, hay que cuidarla y sostenerla. No vaya a ser de malas que pronto tengamos los mismos problemas urbanos que Monterrey, Guadalajara o la Ciudad de México.
Los mexicanos no nos caracterizamos por planear. Abrazamos la cultura del “ahí se va”. La planeación de nuestra vida nacional y local es una simple simulación que las autoridades realizan solo para cumplir con la obligación que mandatan la Constitución federal, las constituciones locales y leyes municipales. Pocos las conocen, en ocasiones ni siquiera las propias autoridades que están obligadas legalmente a cumplirlas. El papel lo soporta todo. ¿Conoce usted amable lector el Plan Nacional de Desarrollo o el Plan de Desarrollo de Yucatán? Nunca ha sido llamada alguna autoridad para que dé razón de su cumplimiento. ¿Cuál es la naturaleza jurídica de dicho instrumento? Es decir, ¿tiene la autoridad obligación de cumplirlo? Más preguntas que respuestas. Es la cultura del “ahí se va".
Muchas veces los reglamentos son ilegales. Regulan lo que la ley no establece. Aunque existen reglamentos autónomos, los reglamentos se deben a la ley. Son instrumentos jurídicos que sirven para hacer cumplir la ley, no para extenderla o para sustituirla. Algunos están elaborados mañosamente para hacer caer al ciudadano en violación continua de dicho instrumento y, en consecuencia, ponerlo en desventaja frente al gobernante. Ejemplo de esto es el Reglamento de Tránsito y Vialidad.
Otros graves problemas son los señalamientos de tránsito absurdos e incongruentes con la lógica vial; muchos de ellos, por ejemplo, piden que los conductores no rebasen los 40 kilómetros por hora en una zona amplia y cuya lógica es aligerar el tránsito. Todos tenemos algo de responsabilidad. Hay personas que compran su pintura amarilla y pintan su escarpa para que nadie se estacione frente a su domicilio. Eso es contra reglamento. Es la cultura del “ahí se va”.
Los predios abandonados son un grave problema recurrente. La autoridad debe cumplir el reglamento y hacer que los dueños limpien y bardeen dichos inmuebles, bajo la pena de multarlos. Ya no más la cultura del “ahí se va”.