Reforma judicial; ¿y el legislativo?
El poder de la pluma
Con las leyes pasa como con las salchichas, es mejor no ver cómo se hacen.- Otto Von Bismark
He sostenido en este mismo espacio la necesidad de reformar muchas de las instituciones de nuestro sistema jurídico-político. Al Estado mexicano, cuasi disfuncional en muchas instituciones jurídicas que fueron creadas en el siglo pasado, incluso algunas del XIX, le urge una gran reforma.
Hace unos días se presentó en el Senado un paquete de reformas al Poder Judicial de la Federación: 7 artículos constitucionales, dos nuevas leyes, la Orgánica del Poder judicial de la Federación y la de Carrera Judicial; se piensa también reformar 5 ordenamientos legales.
Los Tribunales Unitarios de Circuito serán ahora Tribunales Federales de Apelación. Se crearán “plenos regionales” en sustitución de los “plenos de circuito”. En fin, se trata de una reforma a fondo de este poder que intentará modernizar la loable función que desarrolla en busca de hacer real y efectivo el principio constitucional de una justicia pronta y expedita. Pero no basta que solo lo realice la federación, en los estados debe también modernizarse la administración de justicia.
Empero, me pregunto: ¿cuándo vendrá una gran reforma al Poder Legislativo federal que tanto lo necesita? Una parte de los problemas que tenemos en México se solucionarían o se evitarían si este poder del Estado desarrollara un trabajo eficaz. La labor debe ser de calidad no de cantidad. Es decir, no hacer leyes por hacerlas, sino con la calidad suficiente para convertirse en instrumento jurídico capaz de resolver una problemática en particular. Es peor tener una ley sin presupuesto que no tenerla. Deberían generarse varios instrumentos legislativos que no existen; por ejemplo, al hacer una ley que crea órganos del Estado, debería ir acompañada de dictamen de suficiencia presupuestal, además de un dictamen técnico lingüístico. La mala redacción de la ley origina en muchas ocasiones vacíos, oscuridades o ambigüedades que el juzgador debe subsanar. En ocasiones allá empieza el problema. No hay técnica legislativa. Casi siempre es copiar y pegar. En las facultades de Derecho deberían empezar por enseñar cómo elaborar leyes.
El Legislativo necesita urgentemente una reforma que abarque desde su integración hasta sus denominaciones y nomenclaturas, pasando por su pleno y comisiones. Evitar entre sus trabajadores también el compadrazgo y el compromiso político que tanto mal hacen. La carrera legislativa no existe, la Cámara de Diputados cambia completa cada tres años, no se procura generar expertos en el quehacer legislativo. También los congresos locales deben modernizarse, no olvidemos que son parte del poder constituyente permanente. Son parte medular de las reformas constitucionales federales y locales.