El miedo en nuestros días
El poder de la pluma
El miedo y yo nacimos gemelos.- Hobbes
El miedo es una sensación de angustia, sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que deseamos. Todos tenemos miedo de algo: a morir, a contraer enfermedades, a perder el empleo o algún valor material; tenemos miedo de cómo las otras personas interactúan con nosotros, le tenemos miedo a la alteridad, al otro, miedo entre nosotros. Incluso muchos temen a Dios. El miedo en general es un común denominador de nuestros días. Ahora todos tenemos miedo al Covid-19. Es el miedo colectivo.
Thomas Hobbes es autor del miedo para justificar al Estado. Para él, los hombres crean un pacto de temor entre ellos para crear al gobernante. ¡Es mejor temerle a un Calígula (el gobernante) que a mil Calígulas (que pudiéramos ser todos nosotros)! Contrario a Rousseau, que sostiene que ese “pacto social” es por tener seguridad a cambio de una parte de la libertad personal de los individuos.
Para Hobbes tres causas provocan la disputa entre los hombres. La desconfianza, la gloria y la competencia. La desconfianza para nosotros los mexicanos es del día a día. Desconfiamos de todos y para todo. Somos por sistema desconfiados. Una gran parte de nuestra vida social la desarrollamos bajo la premisa de la desconfianza. Creemos que siempre el interlocutor quiere sacar ventaja en relación con nosotros. Es difícil confiar en las personas. Para muchos confiar es sinónimo de debilidad. De gente tonta. Se piensa que los fuertes son incrédulos por naturaleza. Son sagaces.
En este mundo posmoderno, de redes sociales, de homo ciberneticus; el deseo de fama (gloria) juega un papel fundamental en las relaciones humanas. ¡Hazte famoso y podrás decir lo que quieras!, sean argumentos congruentes o no. Muchos consideran que fama es igual a razón, también a congruencia. Los famosos pasan por ser lógicos, imponen modas y criterios, sean adecuados o no. Los famosos tienen mayor derecho a decir verdades o tonterías mediáticas distantes de cualquier lógica.
Desde niños nos enseñan a competir. Las sociedades de hoy son alentadoras para generar toda una cultura de la competencia. Se compite para todo. En ocasiones sin contenido ético. Los programas televisivos de éxito de hoy son competencias. Los partidos políticos son muestra de competir por acceder al poder. La lucha es encarnizada. La democracia misma es competencia.
En este panorama hobbesiano, ¿qué papel juega la naturaleza humana? ¿Somos los individuos malos por naturaleza? ¿O es la sociedad la que nos convierte en hombres imperfectos desprovistos de bondad? Para Hobbes: “El hombre es el lobo del hombre”. En cambio, para Rousseau nacemos buenos, es la sociedad la que nos hace villanos. Nosotros consideramos que ambos tienen razón. Nuestra postura es ecléctica. La sociedad impacta en nosotros como sujetos, pero es verdad que hay algo de maldad genética en algunas personas.