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Antes de esta pandemia, nuestro sistema jurídico estaba en terapia intermedia, ahora parece que colapsa. La pregunta que nos hacemos: ¿este combate a la propagación del virus y su contención se debe realizar dentro del marco jurídico o se justifica hacerlo fuera de él?

Ambas posibilidades tienen sus adeptos. Unos dicen que primero está acabar con el virus, aunque sea violando la ley. Lo importante es detener esta situación de emergencia, ¡porque sin salud, nada somos! y ni la Constitución ni las leyes nos sirven para este propósito. ¡Todo lo que los gobernantes hagan en favor está permitido! Aun violando derechos humanos. Para ellos, muchos compatriotas son necios, ignorantes, no entienden y, por eso, no respetan la cuarentena o “cincuentena”. Todo lo justifican en aras de salir de esta situación de salubridad general nacional y mundial. Lógicamente toda autoridad gubernamental dice respetar irrestrictamente la ley. Pero también sabe que no siempre es cierto.

El otro grupo sostiene que se debe combatir la pandemia con la Constitución y las leyes “en la mano”. El derecho contempla las acciones a seguir para evitar propagar este tremendo virus. Las autoridades deben ceñirse al marco de la ley y respetar derechos humanos, no coartar libertades fundamentales.

Nuestro sistema jurídico antes de la pandemia ya tenía serias fracturas en sus bases. Los únicos responsables de enmendarlas son los legisladores. ¡No lo hicieron antes de la emergencia!, ahora muestran un aparente “genuino interés”. Intentar reformas constitucionales y legislativas en medio de esta emergencia sanitaria es tan inoportuno como pretender atacar el alcoholismo con una ley seca. Somos un México surrealista.

En la pandemia surgen otros temas, como el poder presidencial de reasignar el presupuesto ya aprobado, las nuevas deudas supuestamente para contrarrestar los efectos económicos de la pandemia, incluso la propia viabilidad del pacto federal, como el de coordinación fiscal y hacendaria, entre otros.

Ahora, en medio de esta emergencia, de buena y de mala fe, se abre la discusión on line de ciertos temas. Simular socializar los asuntos de interés general ha sido durante años una práctica socorrida que algunos gobernantes realizan para quedar bien ante la sociedad. En ocasiones, ya está tomada la decisión en petit comité. Es el México simulado.

Hay temas de masas, decisiones de mayorías, otros de minorías. Hay asuntos cuánticos, otros que apelan más a lo cualitativo, a la razón, a la congruencia, a la lógica. Analizar si los actos gubernamentales son constitucionales debería ser asunto de expertos, no de mayorías ni de opiniones en redes sociales.

En adelante el pretexto operativo será la pandemia y sus consecuencias económicas y sociales. Escucharemos este discurso cuya teleología será el Covid-19. Buena coartada para los mandamases que durante muchos años han utilizado afanosamente pretextos disímbolos para justificar sus decisiones políticas e intereses de grupo. Es demagogo justificarse con las circunstancias de la pandemia. Tienen ahora un pretexto para conseguir sus fines durante y después de la emergencia.

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