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La inteligencia de un hombre está proporcionalmente ligada al grado de incertidumbre que es capaz de soportar.- Kant

A la mayoría de las personas nos gusta pisar suelo firme, sentir la comodidad de nuestro estado de confort, pero caminar en el fango no necesariamente nos lleva a situaciones negativas.

En varias materias la incertidumbre puede provocar daños y desarrollar situaciones poco favorables. En economía juega un papel fundamental: la Gran Depresión de 1929 se originó, en gran medida, por la incertidumbre de los mercados especulativos. Para el mundo jurídico, la certidumbre desempeña un papel fundamental: elaborar leyes bien redactadas parece todo un reto a vencer. Bismarck dijo: “Las leyes son como las salchichas, es mejor no ver cómo las hacen”. Ante la falta de certidumbre de las leyes está la interpretación de los encargados de aplicarlas y de los jueces y magistrados que intentan hacer justicia.

En cambio, para la reflexión filosófica la incertidumbre es protagónica. Si no hay duda no hay reflexión, condición básica para hacer filosofía es dudar. Si consideramos que todo es correcto, pues entonces no hay intención de mejorar. La duda es una oportunidad de generar sabiduría.

Desde que nacen, un grupo de personas viven toda su existencia en el fondo de una caverna, por lo que consideran que todo el conocimiento y la propia vida es lo que pasa dentro de la cueva. Hasta que uno de ellos decide abandonar su estado de confort y descubre en la parte superior de la caverna un “mundo nuevo”. Este mito de la caverna de Platón es una maravillosa alegoría, provocada en gran medida por la incertidumbre de la persona que se decide a descubrir lo que hay en la cima de la cueva.

En la parte final de la Apología de Sócrates también se plantea la incertidumbre de la vida y la muerte. Después de discutir toda la noche, Sócrates les dice a sus discípulos: “Señores, ya es hora de que nos marchemos, ustedes para vivir, yo para morir, entre ustedes y yo nadie sabe quién lleva la mejor parte, excepto Dios”. La muerte es incertidumbre. La religión es un esfuerzo por generar certidumbre ante la muerte.

Aunque la incertidumbre parezca un mar tormentoso, innavegable, puede ser también la oportunidad de mejorar, de encontrar lo mejor de nosotros en nuestro recóndito ser. Los marineros conocen más de los vientos y entrenan mejor en un buque de velas que en un moderno trasatlántico. Ningún mar en calma hace experto a un marinero. Para aprender a surcar mares es necesario salvar tormentas. Logremos aprovechar las bondades del mar tormentoso de la incertidumbre.

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