La ignorancia de la ley. ¿Por quién votar?
José Luis Ripoll Gómez: La ignorancia de la ley. ¿Por quién votar?
A la memoria de don Martiniano Alcocer Álvarez
En los próximos días estaremos emitiendo nuestro sufragio por alguna candidata o candidato a los cargos que están en juego, entre estos los legisladores del Congreso local y los diputados a la Cámara federal. He escuchado con atención a los participantes a estos cargos, algunos no están conscientes de lo que dicen y prometen cosas que no les competen o simplemente son imposibles de cumplir, los menos son más congruentes y aceptan sus limitaciones como legisladores. En muchas ocasiones oigo decir, en charlas de café, que los políticos nos mienten, ¿votaría usted por un político que nos diga la verdad de sus limitaciones? No será que en el fondo de cada uno de nosotros ¿queremos que nos mientan o que nos ilusionen? Somos ambivalentes. La mayoría no queremos que nos engañen, pero en el fondo pedimos que lo hagan.
Un artículo de nuestro Código Civil federal recoge este argumento: “La ignorancia de las leyes no excusa su cumplimiento”. Se refiere a que no porque las personas desconozcan lo que las leyes señalan no significa que pueden dejar de cumplirlas. Todos estamos obligados a cumplir el contenido de esos instrumentos jurídicos. El mismo artículo señala que los jueces tendrán en cuenta el notorio atraso en que se encuentran los posibles violadores de las leyes, a la hora de dictar sus sentencias. Lo que significa que se deberá valorar su condición de gente con limitaciones culturales, económicas, educativas y/o sociales.
Una de las características de las leyes es que son generales, esto significa que son hechas para todos, no excluyen a nadie. Lo mismo para el millonario que para el pobre. Sin embargo, en la realidad si hay consecuencias diversas. Por ejemplo, si una ley castiga a los que mendigan por las calles al millonario no le incumbe, en cambio, al pobre si lo involucra.
Pepito es un preso indígena analfabeta que está detenido en el reclusorio de Mérida porque secuestro a una niña de 14 años, su intención era casarse con ella y, que fuera la madre de sus hijos. Su abuelo lo hizo con su abuela y su mamá lo concibió a él, porque la secuestró su papá. Se trataban de usos y costumbres de los pueblos originarios a los que les llegó “la modernidad”. Los límites a esos usos y costumbres son el cumplimiento de la ley. Empero los pueblos originarios son anteriores a la Constitución política y a cualquier ley vigente. ¿Habría que reconsiderar las circunstancias de tiempo, lugar y moral? Dice Joseph Joubert: “Las mejores leyes nacen de las costumbres”.
El Estado es el ente público para pensar en el prójimo, pero no como posible comprador, sino como beneficiario de algún programa social u obra pública que lo potencialice para salir delante de sus necesidades más apremiantes o simplemente que le ayude a vivir dignamente. Si alguien quiere hacer dinero, que ponga un negocio, pero si lo que se pretende es ayudar realmente al prójimo mediante obra pública sin buscar ganancia privada, entonces el Estado es el camino. Nunca más privatizar ganancias y socializar pérdidas.