Crónica dominguera: ceviche con zanahoria

José Luis Ripoll Gómez: Crónica dominguera: ceviche con zanahoria

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Dios ha hecho los alimentos y el diablo, la sal y las salsas James Joyce

Eran las doce del mediodía de un domingo cualquiera en el ardiente verano yucateco, después de recorrer varios kilómetros de paseo dominical, desde luego muy bien acompañado, un baño de mar es lo mínimo aceptable. El océano del refugio pesquero de Chuburná lucía espectacular. Como mandan los cánones, después de disfrutar la quietud de las aguas turquesas, nos apostamos a recibir los inclementes rayos del astro rey. Un joven con acento de otras latitudes nos ofrece ceviche a buen precio, tostadas y bebidas refrescantes. Es de Valle de Bravo según su propio relato. Pero ya radica en Yucatán. Después del baño de mar nada más complementario que un ceviche. Sabedores que no es bueno comer cualquier cosa preferimos trasladarnos a otro lugar.

Emocionados por el deseo de comer pescado fresco llegamos a conocido restaurante de otro puerto yucateco. 40 grados centígrados pueden ser mas gentiles si se combate con una bebida de cebada, lúpulo y levadura, ordené una cerveza, sólo una. El alcoholímetro de la SSP suele intimidar más que nuestra propia conciencia sobre el daño en nuestros reflejos que provoca el alcohol en la conducción de vehículos.

Ya una vez en el banquete, ordenamos empanizado de pescado y ceviche mixto de pulpo, camarón y pescado. No tardó la orden y, en soberbio plato llega una especie de ensalada cevichera redondeada encima con zanahoria raspada, como coronando el platillo. Camarón y pulpo sancochados con una porción casi invisible de pescado. ¡No señores! el ceviche yucateco es crudo, aspira a cocinarse con el jugo de limón. El chile habanero no puede faltar ni el aceite de oliva. Lleva cebolla y algo de tomate para darle color. Nada de eso había. Era una especie de ensalada desabrida con sabor a plástico más que a mariscos. ¡Ya pagado, había que comerlo! Al pasar por la cocina una voz con tono de la gente de la capital del país nos daba las gracias por consumir en su negocio ese ceviche desabrido y achilangado.

Desde luego que toda la gente bien nacida es bienvenida a Yucatán. Mérida y otros municipios yucatecos han sido lugar de inmigrantes en los últimos años. La llegada de extranjeros y nacionales de otros estados del país, han modificado para bien o para mal, costumbres y comportamientos sociales, pero deben respetar la cultura, la idiosincrasia de nosotros los yucatecos. Entre esa cultura, está nuestra tradicional comida yucateca. Nuestros platillos que en la mayoría son una mezcla del pueblo maya y la fusión española. Nosotros respetamos la preparación de los chilaquiles y las enchiladas suizas.

No es exagerado el meme que circula en redes sociales que exige dejar claro, de una vez por todas, que “las tortas de cochinita no llevan mayonesa”.

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