La corrupción ¿endémica?
José Luis Ripoll Gómez: La corrupción ¿endémica?
Mientras más matas, más gobiernas Álvaro Obregón
El problema de la corrupción es tan antiguo como la polis griega y la civitas romana. Sócrates fue de las primeras víctimas de la corrupción; acusado injustamente por sus enemigos políticos por corromper a la juventud y dudar de los dioses, es sentenciado a beber la cicuta que le cuesta la vida.
Son varios los mitos que se vierten sobre la corrupción: primero, la corrupción siempre es la del otro, falacia, tanto la autoridad como los particulares podemos ser parte de esa corrupción. La impunidad es prima hermana de la corrupción. Según Transparencia Internacional el 79% de las personas en América Latina no confían en sus autoridades.
Segundo, la corrupción es un problema de genética de nuestra raza, es endémica, es decir, llegó para quedarse, falso, para nosotros es un problema sociológico-cultural. Se ha dicho en varias ocasiones que los mexicanos nos comportamos de una manera en México y cuando pisamos suelo americano cambiamos nuestra forma de ser, respetando las normas jurídicas y de convivencia social.
Tercero, la corrupción no solo es estadística, también mata. Son varios los ejemplos de corrupción y muerte en nuestro país, la línea 12 del metro de la Ciudad de México donde murieron mucha gente inocente por un transporte que no cubría las medidas de seguridad suficientes para proporcionar el servicio con la debida protección o la escuela “Enrique Rebsamen” colapsada en el terremoto, sin los permisos necesarios para brindar esos servicios y el asesinato del joven veracruzano Jose Eduardo ultimado aparentemente por efectivos de la policía municipal.
Cuarta, se sostiene con frecuencia que la corrupción es un asunto de opinión, no de moral y ética. Para entender los asuntos del derecho, hay que entender primero los de la moral. Cómo vamos a acatar las normas que evitan ser corrupto si no somos capaces de diferenciar entre lo primario del bien y el mal. Cómo solucionamos la corrupción si no resolvemos los morales, es más, en ocasiones, ni siquiera se perciben como un problema.
Quinta, existe una tendencia social a normalizar la corrupción como una conducta dominante en la sociedad. El doctor Michel Foucault sostiene que: “El pez nunca descubre que vive en el agua. De hecho como vive inmerso en ella su vida, trascurre sin advertir su existencia. De igual forma una conducta que se normaliza en un ambiente cultural dominante se vuelve invisible”. Normalizar la corrupción es una aberración social.
En nuestro país se han hecho esfuerzos para combatir la corrupción, pero responden más a un asunto de forma y simulación que a un ataque real y frontal a estas prácticas denigrantes. Los propios sistemas estatales anticorrupción son organismos descentralizados no sectorizados, es decir son parte de la administración publica estatal. Lo que significa que la autoridad administrativa le da órdenes, toma parte en sus resoluciones fundamentales. Por lo tanto, eso es un serio agravante para realizar un trabajo autónomo que le proporcione neutralidad y eficacia en el esfuerzo para combatir la corrupción.