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Ya estamos en el séptimo mes del año, se fue junio y hablando de la actual temporada de huracanes nuevamente se repitió la historia del año pasado: no se formó ningún ciclón tropical en ese mes en el Atlántico. Este año solo se ha formado uno y fue antes de que empiece la temporada, Andrea, después absoluta calma hasta el momento, pues las condiciones no se han dado para que pueda surgir un fenómeno de esa naturaleza.

Tenemos mucho viento cortante en altura, algo que es normal por la presencia de El Niño, tenemos polvo del Sahara en elevadas cantidades y antes de tiempo -las grandes tormentas saharianas deberían ser hasta mediados de julio-, las ondas tropicales que son las posibles semillas para la formación de un ciclón tropical están muy por debajo en su trayectoria usual y eso impide que alguna pueda formar una baja presión en su centro y dar lugar a un ciclón tropical.

La alta presión de Azores está muy extendida y eso provoca que las ondas tropicales estén más al sur de la posición en la cual deberían estar, y hacen que no haya sido posible la formación de algún ciclón tropical en el Atlántico hasta el momento. En julio viene otro obstáculo a la posible formación de ciclones tropicales, la Canícula, que es una baja en las precipitaciones pluviales en plena temporada y disminuyen las posibilidades de que ocurra algún ciclón tropical, pero hay que estar pendientes, pues con el cambio climático todo puede pasar.

Hablando de la temporada de lluvias, sucedió algo muy particular en el mes de junio: aunque el acumulado estuvo por encima del promedio histórico para ese mes, el cual fue -de acuerdo con datos de la estación Ciafeme Uady, ubicada en el nororiente de Mérida-, de 243.3 mm de altura de lámina de agua, superando la media, que es de 180 mm, llama la atención que solo llovió 7 días o sea en 23 días no cayó una sola gota de agua, y de esos 7 días, 5 fueron casi a mediados de mes y dos los últimos días; además, en el primer bloque de lluvias cayó una de 78 mm y en el segundo otra de 80.8 mm. El número de días entre el primer bloque de aguaceros y el segundo fue de 15, durante los cuales, por cierto, se presentaron temperaturas sensiblemente altas, muy cercanas o iguales a los 40 grados Celsius; de hecho ocurrió la temperatura más alta del presente año en plena temporada de lluvias, que fue también la mayor para un mes de junio de los últimos 20 años cuando menos, algo completamente inusual.

Esta situación en nada ha favorecido a los cultivos del campo yucateco porque me comentaban unos agricultores que el lapso de 15 días que pasó sin llover, por las temperaturas sensiblemente altas que sucedieron, hubo problemas con lo ya sembrado, ya que eso causa la proliferación de plagas y enfermedades en las plantaciones.

Vamos a ver qué sucede en este mes de julio, pero se espera la misma situación. El Niño está haciendo de las suyas.

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