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Pareciera que, bajo muchas circunstancias, el hecho de ser humanos y existir no es suficiente. Ya sea por motivos sociales, de orden o por la organización del mundo, necesitamos de algo para definirnos e identificarnos. Un registro o un papel que refuerce nuestra existencia evidente, y que sirva de amparo para cualquier situación desafortunada.

Mucho sabemos de todas aquellas personas que transitan en diferentes partes del mundo y carecen de una identidad comprobable, aun cuando reconocemos que no son diferentes a nosotros mismos. Tienen una cabeza y pueden expresarse, tienen manos y las utilizan para hacer cosas, tienen piernas y les sirven para moverse a mejores tierras. ¿Es entonces vitalmente necesario contar con algo que defina su existencia documentada o indocumentada?

En “Indeseable”, un poema del escritor mexicano José Emilio Pacheco, los versos que encontramos frente a nosotros llegan con fuerza para establecer un diálogo empático ante una serie de enunciados que podrían ser la voz universal de tantas y tantas personas que, no importando la edad ni el país, se han sentido justo así: indeseados.

Existen ciertas características o “detalles” que añaden valor a la vida de una persona. Puede ser un trabajo exitoso, un reconocimiento educativo, abundancia económica, un pasaporte lleno de sellos, un apellido de renombre, o simplemente la superioridad aparente de quien ha logrado todo lo anterior en la vida. En el poema que nos ocupa, éste no es el caso.

Los versos se acomodan de tal forma que en un principio creemos estar escuchando una sola voz. Alguien pareciera expresar frenéticamente una lista de frases que solamente denotan imposibilidades. “No me deja pasar el guardia”, “He traspasado el límite de edad”, “Mis papeles no están en orden”, “Provengo de un país que ya no existe”, “No tengo cuenta en el banco”, “Reprobé el examen de admisión”, “Me desemplearon hoy y para siempre”, “Llevo aquí en este mundo largo tiempo”.

Pronto descubrimos que no es una sola voz, sino muchas voces. Aquellas que rompen la geografía conocida y acortan la distancia a través de sentimientos que son universales por el solo hecho de ser personas.

En un poema que capta la fragilidad humana, resulta extraño el sentimiento de saberse abatidos por circunstancias ajenas, y al mismo tiempo percibir un aire de empatía y comprensión. Porque nosotros pudimos haber sido aquella persona cuyos papeles no están en orden o cuya vida parece no ser suficiente.

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