Laparotomía
Julia Yerves Díaz: Laparotomía
El lugar que habitamos dice mucho de quién somos y quizá sea por eso que transitamos entre una constante urgencia para existir en espacios agradables, limpios, lindos, luminosos. Hay excepciones, por supuesto. Aquellos hogares donde la decoración es polvo y el aroma reina entre olvido y pesar; consume.
Si pensamos en el primer hogar voltearíamos a un recuerdo imposible dentro del vientre materno. Una renta de nueve meses, o en ocasiones menos, donde no solamente consumimos todo lo que había en nuestro alrededor, sino que también tuvimos el atrevimiento normal de crecer ahí. El desarrollo en aquella primera casa de carne tendría que ser una parte de nuestra historia de vida; la más importante probablemente. Pero no tenemos registro de eso y es una pena. Tendríamos que gozar de la capacidad para sabernos conscientes de aquel espacio húmedo, estrecho, afortunadamente suave.
La autora portuguesa Alexandra Lucas Coelho, en su cuento “Laparotomía”, hace un recuento de lo que para ella, en un punto específico de su vida, significó el procedimiento quirúrgico que la dividió en dos no sólo físicamente, sino en temas de existencia. Se dirige a nadie pero sus pensamientos invitan, atraen.
El monólogo cuentístico vive en los pensamientos previos a la cirugía. Se encuentra ya en la camilla y las luces del techo parecieran iluminar tanto su vida como el destino que la aguarda. La cortarán a la mitad, explorarán en su interior, extirparán algo; lo que sobra, lo que daña, lo que pesa. No es un nacimiento, evidentemente, pero durante los días siguientes el personaje sin nombre caminará entre pasos ligeros que han dejado de cargar lo equivalente a un peso de cuatro meses y medio de gestación. Alumbramiento no fue, liberación sí.
Hay algo extremadamente fino en este cuento y se observa desde la intimidad para hablar de lo que se piensa en los momentos previos a una cirugía. El miedo, la idea del cuerpo como hogar, la capacidad para albergar daño, la promesa de un renacer, el dolor al respirar tras un corte profundo aunado a la idea perturbadora de haber sido fuente abierta para que manos ajenas e instrumentos “destruyeran” lo que por años vivió intacto, y lo significativo que puede resultar andar con un vientre dividido que marca nuevos territorios carentes de nombres. Si las cicatrices cuentan historias, Alexandra Lucas Coelho querría que la suya contara la separación de su hogar, la incompatibilidad de la piel, y el nuevo cuerpo que habita.