"El poeta pide a su amor que se escriba"
El Poder de la pluma
Resultó inevitable mantener una postura ajena a todo cuanto rodeó a la semana que termina entre globos rojos con frases de amor y rosas que supieron abrirse dentro de las manos que las recibieron ansiosas. Catorce de febrero.
Desde este lado de la observación, el ambiente era distinto. Las calles se pintaron de rojo y el ambiente traía ecos de día especial aun para esos corazones que rechazan las oportunidades de celebración.
Por otro lado, la vida virtual se llenó de mensajes e imágenes coquetas que danzaron entre la picardía y la broma. Muchas generaron risas, y otras tantas resultaron un pretexto perfecto para desahogar las tristezas que pocas veces en el año tenemos el valor de compartir.
La soledad, el desamor, el engaño, la locura.
En el texto que corresponde a esta semana valentinosa, e ignorando conscientemente los antecedentes históricos del personaje flechador, estamos frente a un poema que le habla muy claro a nuestros sentimientos.
Esos en los que podemos resguardarnos porque quizá hemos estado caminando hacia la dirección de su melancolía funcional y no lo sabíamos.
“El poeta pide a su amor que le escriba” es un poema de Federico García Lorca, y en él encontramos un recuento de situaciones exactas con destellos de círculo vicioso en donde la desesperanza es el eje principal de los versos.
Hay una espera que parece no tener final y el poeta es consciente de que aun con la invocación mental de las acciones pasadas, poco puede hacer ante el abandono de un ser que no envía señales de regresar.
Desde la primera estrofa sabemos dónde estamos parados: “Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita”. Se siente todo.
Es evidente la intensidad con la que una persona puede poseer la vida de otro y en dos versos ordenados englobar el amor, la muerte y la resignación.
Posteriormente aparecen los recuerdos que sirven de consuelo momentáneo, se mencionan cuerpos y caricias, también latidos y lunas compartidas.
Entonces por un segundo la esperanza brilla para luego ser opacada por el pensamiento racional: el poeta espera unas palabras que no serán destinadas a él, palabras que no existirán.
El poema, perfectamente escrito, pudiera ser un duelo en cuatro estrofas aun cuando algo en el tono invita a pensar que quizás el poeta no desea esas letras dirigidas a él y que esto signifique su salvación.
Algunas almas viven del sufrimiento propio, pues la desesperanza es un lugar seguro.