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En las últimas semanas, gracias al combate frontal que la Cuarta Transformación ha emprendido contra quienes –desde las oficinas de Pemex o los ductos y camiones que conducen la gasolina hacia los centros de consumo- hurtan combustibles en lo que a todas luces es uno de los delitos más redituables en México, se ha puesto de moda la palabra huachicol y sus derivados: el verbo huachicolear, el sujeto que lo cumple, huachicolero, y demás.

También se ha pretendido dar explicaciones y hacer análisis sobre el origen de la palabra, algunos realmente traídos de los pelos, como el que dice –según expertos lingüistas, citados, entre otros, por el periódico español El País- que “proviene del maya waach que se usa para designar a los forasteros” o ladrones.

Y aquí me detengo un rato: la palabra huach (que el maestro Miguel Güémez Pineda escribe también como wach (¿?) en su Diccionario del Español Yucateco) no es maya, eso sin duda. Sería una onomatopeya del sonido que hacían los huaraches de los soldados traídos a Yucatán por Alvarado, según la versión del mismo Güémez Pineda, o derivada de huachinango.

Versiones hay que dicen que proviene de la batalla de Santa Anna en El Alamo contra tropas estadounidenses, a quienes los de este lado oían decir a los vigías del otro: watch, o sea mira para verificar si había peligro o no desde las tropas mexicanas que empezaron a llamar huaches a sus rivales.

Usted elija la versión que quiera, pero maya no es. Para confundirle más (o darle más alimento a sus dudas), le informo que la palabra huacho o guacho es usada en varios países suramericanos, entre ellos Chile, y dicen allá que se deriva del quechua huachu, surco, o de huajcha, huérfano en aimara, o huachu, hijo ilegítimo en mapuche, y que entró al español por medio del quechua (etimologías.dechile.net).

Sobre el origen de huachicol una versión señala que se deriva de huachichiles o huaches, una etnia emparentada con los huicholes, y significaba originalmente “los colorados”, pues aquéllos pintaban sus cuerpos de ese color y es el mismo origen de huachinango, como se conoce en el sureste al pargo rojo.

Otra explicación que da Arturo Ortega Morán, a quien se presenta como experto “en el origen de las palabras y las expresiones del castellano”, es que proviene del latín aquati (aguado o diluido en agua), una técnica de pintura usada desde el siglo XVI que consiste en diluir los pigmentos en agua y que por sucesivas transformaciones llegó a la expresión “pintar a la guach”.

Su primera acepción es licor adulterado, como indica la Academia del Tequila, que lo define “bebida destilada adulterada con alcohol de caña (metílico)”.

La Academia Mexicana de la Lengua, entre otras acepciones, dice que “es una especie de pértiga que lleva en el extremo una canastilla, utilizaba para bajar frutas”.

El Diccionario del Español de México de El Colegio de México define como huachicolero a “la persona que se dedica a robar gasolina perforando los oleoductos”.
S

uficiente confusión (creo). Está usted servido.

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