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En el primer círculo del gobierno federal no son pocas las cejas que comenzaron a arquearse conforme el ahora archiconocido subsecretario de salud, Hugo López-Gatell, iba sumando notoriedad al hacerse cargo de la estrategia nacional para combatir la epidemia de Covid-19.

Pues no solo es el único funcionario que tiene la exclusividad de su propia conferencia de prensa todos los días a las 7 de la noche, sino que ha pasado de ser un servidor público de media tabla y, además, sobreviviente de pasados gobiernos, a una de las personas más apreciadas por el presidente de la República.

En los futurismos político-electorales que se hacían hace algunos meses, no figuraba ni por equivocación el nombre del doctor en epidemiología que hoy es una de las caras más conocidas de la administración obradorista.

Muchos integrantes del gabinete han puesto sus barbas a remojar y prefieren llevarla bien con el subsecretario y otrora superhéroe a los ojos del tabasqueño. No es poco lo que se juega López Obrador apostando el control de la pandemia a este epidemiólogo de la Universidad John Hopkins.

Atrás quedaron nombres como el del canciller Marcelo Ebrard, quien apenas tuvo una gris reaparición con motivo de la reunión virtual del G20. Además de un poder legislativo que aplicó el freno de mano, carente de voces fuertes y autorizadas para estos momentos de crisis.

López-Gatell, si es que quiere, y todo parece indicar que sí, formará parte de una nueva configuración en el tablero político post Covid-19. Depende de los resultados que arroje su laxa y moderada estrategia que ha levantado quejas no solo en México sino en el extranjero.

El subsecretario tiene una gran ventaja sobre todos sus colegas, compañeros y suspirantes, que su destino está única y exclusivamente en sus propias manos. La historia será la de un salvador nacional o la de aquel que por quedar bien se contagió de una severa soberbia presidencial.

Las decisiones sanitarias, está comprobado, impactarán en la economía de todo el país. Los cierres necesarios de escuelas, negocios y cadenas productivas sumarán pérdidas a los hogares mexicanos. Ya se sabrá si había o no subregistro de contagios y si era necesaria una estrategia más a fondo para paliar con éxito el problema.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho que las decisiones deben tomarlas ciertamente los expertos, aunque bien sabe que las consecuencias entran directo a la arena política.

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