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Se tiene confianza en la autoridad hasta que ésta comienza a mermar el ánimo ciudadano con verdades a medias, engaños y asegunes. Igual de rápido se puede subir que bajar en las preferencias de la gente.

Y es que en los últimos días la emergencia sanitaria que se vive en México ha puesto en entredicho la cercanía entre el “pueblo bueno” y el régimen obradorista. Han aumentado considerablemente las dudas acerca de la estrategia que se está siguiendo para combatir el Covid-19.

Las notas sobre protestas de médicos del sector público en distintas entidades se extienden como pólvora en pastizal. Son exigencias legítimas las de aquellos que están peleando en primera fila contra un enemigo invisible y solo quieren equipos de protección para hacer su trabajo.

El diagnóstico tardío y la falta de pruebas para detectar el Covid-19 ya han cobrado la vida de varios profesionales de la salud, eso sin contar a decenas que se encuentran en cuarentena por haber sido infectados al contacto con casos catalogados inicialmente como “influenzas atípicas”.

A nadie sorprendió el subsecretario Hugo López-Gatell cuando, después de su fallida entrevista con The Economist, tuvo que aceptar en conferencia nacional que los números en la calle pudieran ser mucho más grandes de los que día tras día se han venido anunciando.

También cayó como balde de agua fría cuando se hizo público que México había vendido a inicios de año suministros médicos a China, mismos que hoy compra de regreso con suma urgencia, en tandas y a sobreprecio.

Cuando las justificaciones empiezan a ser cabezas de notas periodísticas las cartas ganadoras parece que cambian de mano. En el discurso, el presidente López Obrador sigue con su ataque a quienes considera conservadores, neoliberales, corruptos y vendepatrias.

Ese estribillo lo conoce bien el pueblo de México, solo que, a diferencia de muchas otras veces en las que ha permeado, hoy la preocupación por los alcances que pudiera llegar a tener la epidemia no son exagerados.

Los mexicanos exigen acciones contundentes de protección. Mucho tiene por hacer el gobierno, ya que a la crisis sanitaria se suma la económica que ya empieza a resentir el bolsillo de los mexicanos. Basta de carretadas de demagogia mañanera, los ciudadanos necesitan certezas.

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