Morena, ¿misión cumplida?
El poder de la pluma
Como parte estratégica de sus aspiraciones políticas, el hoy presidente de México construyó durante más de una década un movimiento, que terminó por llamarse Morena, y fue el que lo llevó a ocupar la primera silla de la nación.
Hoy, ese partido vive una crisis institucional derivada de su génesis, que es muy fácil de explicar: al parecer, no se buscaba con fervor ninguna regeneración nacional, era sólo la escalera construida, de forma exclusiva, para un objetivo que se cumplió en la elección de 2018.
Dentro de un régimen que repite como mantra que su bandera (paliacate o trapo) es el combate a la corrupción, resulta incomprensible que sea el propio partido del presidente el que sobresalga entre los demás por escándalos sobre el uso “poco transparente”, por decir lo menos, que hacen sus discípulos de los recursos publicos (o sea, del “pueblo bueno”).
Tras la atropellada salida de Yeidckol Polevnsky, las cosas en Morena no cambiaron mucho. Los gastos que la señora hizo en inmuebles, viáticos y demás compras con cargo al erario, ahora, con la nueva administración, cambiaron por el derroche de dinero en campañas sin control para ver quién será el nuevo líder de las huestes guindas.
Y es que lo que más les importa a los neomorenistas es la jugosa bolsa que representan las candidaturas de 2021. ¿A poco creían que el amor a la patria es lo que movía a Mario Delgado, Muñoz Ledo, Attolini, Gibrán y compañía?
La mesa está puesta, aún no sirven la sopa y muchos de ellos ya piensan en el postre. Eso explica las carretadas de dinero que desde la Cámara de Diputados, ¿de dónde más?, se han destinado a la promoción en redes sociales del coordinador parlamentario de Morena.
Hay quienes hablan de dados cargados a favor de uno u otro, y es que los intereses recorren todo el sistema nervioso del Movimiento de Regeneración Nacional. Una encuesta, pensaron, sería lo más adecuado. ¡Vaya que estaban equivocados!
Por andar de quedabien siguieron la instrucción, perdón, recomendación de López Obrador para que fueran los militantes quienes eligieran por ese método a su nuevo líder partidista.
Ni tardo ni perezoso, “Porfi” hizo acto de aparición. Su nombre, faltaba más, es casi tan conocido como el de Salinas. Sin sorpresas, la encuesta puso al veterano y camaleónico político en la cima de las preferencias.
Ante el embrollo, circuló la versión de que el propio consejero jurídico de Presidencia se anduvo paseando por los pasillos del Tribunal Electoral para bajarle presión al asunto de la suceción en Morena y abrir la puerta para que Alfonso Ramírez Cuéllar no suelte la riendas del caballo.
Se acerca una elección histórica en la que el partido en el poder puede acaparar, por otro rato, la de por sí monopólica gestión de la política nacional. En Morena el horno no está para bollos, pero hay quienes ya hasta venden franquicias… ¡Llévelas, llévelas!