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La posible reelección de los diputados federales no debería ser un problema, sí y sólo sí éstos fueran servidores públicos que durante el ejercicio de sus funciones demostraran un alto compromiso con la patria, legislando con responsabilidad y anteponiendo los intereses de México a los propios. Pero no, de los que estamos hablando, son diputadas y diputados de la LXIV Legislatura que han resultado meros levantamanos.

¿Y cómo no va a querer el presidente López Obrador (otra vez) a tan “brillantes” comparsas desde San Lázaro? ¿Cómo no va a desear el Ejecutivo tener a esos “soldaditos de plomo” en el Congreso? A propósito de esto, hay muchos que se preguntan: ¿dónde quedó, si es que aún existe, la división de poderes?

Claro que la ley es perfectible y también, por desgracia, propensa a las vacilaciones del poder. En los últimos meses hemos visto diversos ejemplos de la presión que, por un lado, ejerce la Presidencia de la República, pero también de la sumisión expresa que la clase política ha adoptado como moda oportunista.

Las elecciones de 2021 serán, sí, “las más grandes de la historia”; eso ya todos lo sabemos gracias a la perorata simplista que se repite cada tres años. Pero contarán también con ingredientes perversos que podrían cargar los dados a favor del partido en el gobierno, ¿hacia dónde más?

Carretadas de dinero operadas a discreción a través de múltiples programas gubernamentales que manejan los súper delegados, muchos de ellos (¡vaya sorpresa!) convertidos hoy en precandidatos. Y para colmo, el partido Morena azuzando a su bancada con aquello de “sufragio efectivo no, reelección”, ¿o cómo era?

El presidente del Movimiento de Regeneración Nacional, Mario Delgado, dio luz verde a sus compañeros para que busquen en 2021 quedarse otros tres años con la curul: “Se ganaron su derecho”, dijo el dirigente, a los legisladores por haber sido “leales” al proyecto de gobierno del tabasqueño.

Los comicios de 2021 serán los primeros en los que se aplicará la reforma política de 2014 que avaló la posibilidad de que los senadores y diputados electos aspiren a la reelección. El INE ya fijó postura y propuso que quienes quieran hacer uso de este derecho pidan licencia a más tardar en abril del próximo año y renuncien a una parte de los recursos públicos que reciben por su encargo en el Congreso, para así garantizar la equidad de la contienda.

Suena a chiste pero es anécdota, pues a los partidos no les pareció apropiado lo que la autoridad electoral puso sobre la mesa. Las viejas prácticas siguen vigentes y todos se resisten a que se pongan reglas claras a un tema tan sensible como lo es la reelección de los legisladores.

¿Para qué querrían los mexicanos extender la estancia de aquellas diputadas y diputados que no hicieron bien su trabajo?, esa es la pregunta más importante de cara a la intermedia del próximo año. La decisión está en manos de la gente y la moneda gira en el aire: ¿reelección o cambio de rumbo?

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