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Fisuras cada vez más profundas se expanden al interior de Morena, los bloques se mueven y friccionan entre sí como si fueran placas tectónicas anticipando un estrepitoso 2024. La hecatombe del oficialismo se gesta dentro de las propias entrañas del partido que creó y utilizó López Obrador para llegar (por fin) al poder.

El aparato burocrático que dirige Mario Delgado batalla cada vez más para encontrar salidas políticas que satisfagan a las carillas que han tomado fuerza dentro del partido gobernante.

Claudia Sheinbaum es sin duda, a los ojos de Palacio Nacional, la carta que puede dar continuidad al proyecto obradorista; los otros, aún con fidelidades probadas, tienen condimentos que no terminan por satisfacer el gusto del patrón.

A la candidata del presidente le hace falta calle. A diferencia de las suelas gastadas que siempre presumió el tabasqueño, a Claudia apenas si la conocen fuera de la Zona Metropolitana del Valle de México.

¿Llegará ella a ser la primera presidenta del país? Es probable. La mano que mece la cuna es capaz de ponerla ahí, a menos de que el pueblo bueno cambie de parecer de aquí a las elecciones o, por otro lado, que las tribus dinamiten la candidatura de la consentida. O, que surjan en el corto plazo nuevos liderazgos que terminen por sepultar la baraja del Ejecutivo.

¿Qué puede tirar a Sheinbaum de la boleta? Escándalos propios y extraños patrocinados por enemigos que, dadas las circunstancias, salen hasta por debajo de las piedras. Pero también puede jugarle en contra la tibieza de sus decisiones, como en el caso de la Línea 12 del Metro.

Camina y habla como la favorita, se pronuncia sobre esto y aquello con aires de ser la elegida. Presume cada vez más que el manto la protege, pero a veces olvida que frente a ella están viejos lobos de mar que han agachado la cabeza en innumerables y finitas ocasiones.

Claudia es la candidata de AMLO, pero no necesariamente la del morenismo. Más allá de las lealtades ciegas que la estructura clientelar del partido guinda le tenga al líder supremo, este apoyo no se transfiere por ósmosis.

A la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México la podrán querer muchos, ¿pero serán los suficientes para encumbrarla hasta la silla presidencial? Por lo pronto la estrategia que usa es la misma, un clásico del populismo: regalar dinero para lucrar con la pobreza.

Pavimentado tiene el camino, aunque será un viaje largo en donde cualquier cosa puede salir mal. A Claudia le hace falta calle y por ello tendrá que salir de la comodidad de la capital para intentar llevar más agua a su molino.

Sin AMLO sería imposible que ella llegue, lo sabe la propia Sheibaum, como también Ebrard, Monreal y la fila de gobernadores y legisladores suspirantes. Por lo pronto los momios están con Claudia, aunque es aún temprano para cerrar las apuestas.

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