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Se viene la temporada de definiciones y en ella los suspirantes irán recibiendo de a poco los apoyos constantes y sonantes de los miembros del gabinete. Así juntarán su roncha de fortalezas de cara a lo que será la madre de todas las batallas: la definición de la candidatura presidencial.

Porque ganar la carrera para llegar a ser el abanderado o abanderada es lo más difícil, una vez con la candidatura en la bolsa los esfuerzos del régimen se plegarán hacia el lugar que señale el dedito de Palacio Nacional. Una verdadera guerra intestina es lo que acontecerá en Morena, será una carnicería anunciada por muchos.

Las corcholatas oficialistas siguen, por un lado, en el pase de lista para regodearse con el patrón y, por el otro, con giras promocionales lo mismo para acompañar a cuanto candidato se les ocurre, que para presenciar la inauguración de obras o compromisos; el objetivo es pasearse, darse un baño de pueblo para levantar a como dé lugar los números en los careos.

Hablando de encuestas, los sondeos ya empiezan a detectar entre la opinión pública la presencia de otros nombres que se suman a los de siempre. Ahí ya no solo están el eterno Canciller y la Jefa de Gobierno de la capital, aparecen también gobernadores con buenos márgenes de aceptación, y líderes empresariales y de partido que cuentan sus canicas antes del juego.

Ahora es cuando los más ociosos se preguntan si valió la pena el que algunos suspirantes se adelantaran tanto con sus destapes, en haber hecho sonar los tambores con tanta antelación para despertar al graderío. Más desgaste que ventajas parece que ganaron aquellos que apostaron por madrugar.

El escenario luce cerrado para poder identificar punteros, situación muy diferente a la que podía observarse hace un año. Hay nuevos tiradores en posición de ataque y que, además, ocupan espacios de ventaja estratégica, tal es el caso del secretario de Gobernación, Adán Augusto López.

No podía esperarse menos, en Morena tienen la firme impresión de que la elección presidencial de 2024 será un mero trámite, que la inercia y el empuje de López Obrador bastará para ratificar a la cuatroté en el poder. Esa idea fue la misma que en 2021 nubló el juicio de ese partido y que los hizo perder el control de la Cámara de Diputados.

Hay mucho en juego al interior del partido oficial y la sola impresión de que el próximo sexenio ya no esté López Obrador en la palestra pone a muchos en alerta, despertando ansias innecesarias, ataques de desesperación e imprudentes tomas de decisiones que pueden salirles muy caras.

“Paciencia, prudencia, verbal contingencia, presencia o ausencia según conveniencia”, versaba el controversial Javidu hace algunos años. Hoy no estaría mal que la caballada de Morena revisara aquella frase, que más allá de un mantra, amenaza o amague, deja sobre la mesa una estela de oficios ausentes.

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