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Don Alfredo Barrera Vázquez (1900-1980) nació en Maxcanú, en una familia maya. Fue profesor-investigador y hombre de ciencia en la lingüística. Concluyó sus estudios primarios en Madrid, donde finalizó su secundaria; de licenciatura en Filosofía y Letras en la Ciudad de México y de posgrado e investigaciones en Tulane, Nueva Orleans, Pennsylvania y Chicago. Fue alumno de los antropólogos Franz Boas, en la Universidad de Columbia, y Alfred M. Tozzer, en la Universidad de Harvard en Cambridge.

Ocupó importantes cargos como etnólogo, arqueólogo y lingüista. En 1950 la Unesco lo designó jefe de programas para el estudio de las lenguas vernáculas en la educación y en 1953 lo eligió para auxiliar a la administración italiana del territorio de Somalia, y también para ayudar al gobierno de Bolivia a organizar su campaña de alfabetización. Fue profesor de Lingüística y Sociología de los países latinoamericanos en la Universidad de Tulane.

Creó la Academia de la Lengua Maya en 1937 y el Centro de Estudios Filológicos que, en 1970, se convirtió en la Escuela de Ciencias Antropológicas. En julio de 1977 fue elegido miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y perteneció a la Academia Franciscana de la Historia en Washington, D.C.

Al fallecer era jefe del Departamento de Filología y Lingüística del Centro Regional Sureste del INAH. Además de su gran obra -el Diccionario Maya Cordemex- en 1937 publica la revista Investigaciones lingüísticas y más de una docena de trabajos sobre lengua y cultura mayas, entre ellas Estudios Lingüísticos y “El idioma español en Yucatán” en la Enciclopedia Yucatanense (1980), un concienzudo trabajo filológico donde destaca la influencia del maya en el español peninsular que, durante más de cuatro siglos de convivencia, generó un lenguaje híbrido. Señala que las características del español yucateco poseen otros rasgos del español del siglo XVI e influencias del de Las Antillas, y o del náhuatl.

Don Alfredo sostuvo que la fonética del español regional fue influenciada por la fonología de la lengua maya: las consonantes explosivas del español adquieren en su pronunciación mayor énfasis, las vocales sufren modificaciones de duración y de articulación por causa de la clausura glotal. En cuanto a la entonación y duración vocálica hay la tendencia a alargar las vocales acentuadas. La modulación interrogativa sigue un movimiento distinto al de cualquier otra parte del mundo. También observó algunas convergencias en el terreno semántico y morfológico de algunos verbos españoles.

Dice que con la influencia fonética viene la léxica, pues todas las actividades en la península tienen voces de origen maya: en la cocina, la flora, la fauna, las artes y los oficios, el comercio, la medicina, la política y en el amor, no faltan términos mayas o híbridos que son usados con familiaridad. En su ensayo sobre el español en Yucatán incluye cerca de 300 entradas de voces mayas e hibridismos.

Recibió numerosas distinciones en México y el extranjero: la Medalla Eligio Ancona (1964); una escuela y una avenida en Mérida y un centro de estudios en Alabama, llevan su nombre.

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