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A raíz del decreto de la Ley General de los Derechos Lingüísticos de los Pueblo Indígenas en 2003, diversas campañas –de prevención de la violencia, de desastres naturales y de promoción de la salud y la prevención de la enfermedad– dirigidos a los pueblos indígenas en sus propias lenguas se han incrementado. Instancias gubernamentales, académicas y organizaciones de la sociedad civil las han auspiciado para facilitar la comunicación plurilingüe, de acuerdo con la situación social, cultural y lingüística de cada región.

En la península yucateca, donde habitan 800 mil maya hablantes, estas campañas han sido mayormente emprendidas por el estado.

Es en el campo de la salud donde principalmente se han enfocado, y es donde la comunicación médicopaciente (registro de síntomas, descripción del padecimiento y de su situación personal) representa un desafío, especialmente cuando médicos y pacientes provienen de contextos culturales diferentes y no hablan la misma lengua, como ocurre con la maya. Situación que tiene repercusiones en el diagnóstico y el cumplimiento del tratamiento médico sugerido.

En el ámbito de la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad, una forma eficaz ha sido a través de los mensajes en lengua originaria que se difunden en los medios de comunicación masiva (radio, televisión, internet). Así se han lanzado, al menos en Yucatán, algunas campañas nacionales de salud pública o para la prevención de enfermedades infecciosas como el dengue, zika, y chicungunya; el VIH-sida, o enfermedades crónico-degenerativas como diabetes, hipertensión, entre otras. Algunas han sido exitosas, otras no tanto.

Estas experiencias de comunicación intercultural y lingüística plantean una serie de dificultades y retos que van más allá de conocer la lengua del otro para lograr una comunicación interpersonal y enfrentar así contingencias sanitarias, como la epidemia del coronavirus o Covid-19.

Un primer reto es cómo estructurar y traducir el mensaje de acuerdo con la cosmovisión cultural, para hacerlo comprensible a la población maya. Que sea breve y eficaz. A nivel lingüístico, qué terminología utilizar: si se deben incluir préstamos del español o buscar expresiones equivalentes en lengua maya para matizar y dar sentido al mensaje. Por un lado, evitar un lenguaje coloquial o eufemístico y, por el otro, no caer en un lenguaje técnico que podría resultar incomprensible. Por ejemplo, las partes y órganos internos y externos del cuerpo en maya pueden prestarse a confusiones, lo mismo que la denominación de síntomas, malestares y enfermedades.

En definitiva, una campaña de prevención en salud debe esforzarse por eliminar la barrera idiomática, y proporcionar recursos tecnológicos, humanos y financieros, para emprender acciones de gran alcance. Estudios antropológicos han mostrado que la optimización de las habilidades comunicativas, incluidas las lenguas originarias, favorecen el bienestar de la población y de entornos saludables. Afortunadamente hay traductores e intérpretes mayas certificados que realizan una gran labor, aunque aún falta mucho por hacer.

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