Neologismos en tiempos de pandemia
El poder de la pluma
La crisis sanitaria del nuevo coronavirus ha trastocado hábitos y costumbres: desde el aislamiento social que exhorta al cuidado de todos y no sólo el de uno mismo para evitar contagios, hasta entierros e incineraciones sin velorio ni rituales de despedida; pasando por medidas de sana distancia y filtros sanitarios, entre otras.
Esta misma crisis también ha propiciado la recuperación o resignificación de viejas palabras y expresiones y la instauración de otras para denominar esta nueva situación. Covid-19, por ejemplo, es un neologismo y es acrónimo de coronavirus disease en inglés: CO-corona, VI-virus, D-desease) y 19-2019, año de aparición. Disease significa enfermedad.
Además del surgimiento y uso de neologismos, también se están reutilizando términos ya existentes -con nuevos sentidos o significados- para referirse a otros conceptos asociados a la higiene y a la prevención del contagio, como cuarentena y virus. El vocablo cuarentena ahora refiere al aislamiento preventivo a que se somete una persona o familia durante un periodo. En maya, no existe ninguno de estos términos; para hablar del virus se recurre a la noción de contagio (tsa’ayal): transmisión de una enfermedad a una persona sana por contacto con otra enferma: Ts’o’ok u tsa’ayal k’oja’anil ti’ le xch’úupalo’ (La niña ya se contagió de la enfermedad).
Muchos hemos aprendido que los tapabocas son barbijos en Argentina y Uruguay y nasobucos en Cuba (voz que mejor describe a esta pieza de tela que debe cubrir boca y nariz). La expresión cubrebocas no aparece en el Diccionario de la Lengua Española. Los maya hablantes lo han denominado pixchi’: de piix, funda, tapa y chi’, boca.
Actualmente entendemos mejor el significado social de que algo sea esencial y nos han instruido que debemos guardar una distancia social al salir a la calle para evitar contagios y que implica mantenerse al menos a un metro y no tocar a otras personas. La expresión “guardar la distancia” la hemos usado a la hora de conducir un vehículo para evitar accidentes. Hasta la fecha, la distancia entre individuos es muy distinta según las culturas y grupos sociales. Por ejemplo, los cubanos tienen una distancia social más corta que los yucatecos.
En el interior del hospital, familiares y pacientes se han tenido que familiarizar con un vocabulario específico, palabras tales como intubar (meter un tubo en la tráquea para permitir la entrada de aire en los pulmones) o ventilador artificial (aparato usado para realizar la respiración asistida).
Pero las recuperaciones léxicas, en la contingencia, no acaban, últimamente funcionarios de gobierno y medios de comunicación –a través de mensajes e infografías– nos hablan del estornudo de etiqueta (usando el ángulo del codo); curva y semáforo epidemiológicos, retén, blindaje y confinamiento sanitarios; incluso nos hablan de sanitizar, como la acción de aplicar químicos para matar la mayoría de los gérmenes en una superficie y que no signifiquen un riesgo para la salud.
Pero ¿qué pasará con estas expresiones? ¿Serán agregadas al lenguaje cotidiano o se dejarán de usar cuando termine la pandemia?