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Fue en abril de 1877 cuando el primer museo abre sus puertas al público en Yucatán bajo la dirección de Juan Peón Contreras, aunque desde 1871 ya se había inaugurado en el entonces Instituto Literario del Sureste, durante el gobierno de Manuel Cirerol, con la dirección del presbítero Crescencio Carrillo y Ancona, gestor y organizador del mismo. Contaba con secciones de Arqueología, Bibliografía, Historia Natural y Artes.

En el libro El museo yucateco, forjando una identidad, de Blanca González Rodríguez, presentado por la arqueóloga Sylviane Boucher y un servidor en el marco del Mérida Fest, se develan los orígenes, evolución, sedes y colecciones de este museo.

La autora indica que varios factores se conjugaron para dar lugar a la creación del museo: la importancia otorgada al patrimonio maya prehispánico durante la segunda mitad del siglo XIX por viajeros, y coleccionistas de Francia, Austria, Estados Unidos y Gran Bretaña, que visitaban a menudo la región.

Los mayas fueron foco de atención mundial a partir de noticias e imágenes de su cultura; museos de Europa y EU se disputan colecciones de países, como México, cuyos vestigios arqueológicos se habían puesto de moda.

Ante este escenario, Justo Sierra y otros proponen crear un museo para que los yucatecos pudieran conocer su historia, fortalecer una identidad regional, salvaguardar su riqueza cultural y natural y evitar el saqueo. Además, el legado monumental maya va a permitir resaltar la diferencia con el dominio español colonial.

La escultura del Chac mool, hallada en Chichén Itzá y llevada al Museo Nacional de Antropología e Historia de la capital, detonó una serie de polémicas sobre el paradero de muchos otros objetos arqueológicos encontrados en las exploraciones y que se llevaban a museos de los Estados Unidos y Europa.

En 1900, el Museo Yucateco pasó a depender del Consejo de Instrucción Pública bajo la dirección de Arturo Gamboa Guzmán y se enriqueció con una colección del obispo Carrillo Ancona.

El Museo se cierra en 1916 y se reabre en 1920 bajo la dirección de Ricardo Mimenza Castillo y tiene un funcionamiento mucho más regular. En 1922, la Asociación Conservadora de Monumentos Arqueológicos de Yucatán (ACMAY), conformada por particulares, propone crear en Mérida un museo meramente arqueológico.

Esta asociación invitó como miembro honorario a don Felipe Carrillo Puerto, quien concedió un edificio para la creación del museo. En ese entonces se da otra arribazón de extranjeros cautivados por la arqueología maya.

El Museo fue cerrado en diciembre de 1924 para dar lugar al Museo Arqueológico e Histórico de Yucatán y, en 1959, al Museo Regional de Antropología “Palacio Cantón”, entre otros museos que albergaron las distintas colecciones.

Iniciando así una nueva era del turismo en la que el Museo ya no sería un depósito de colecciones variadas.

La obra da pie a reflexionar sobre los cambios y paradigmas que han experimentado los museos yucatecos y también a reconsiderar la labor educativa y la función social y museológica que éstos deben cumplir.

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