Hablar de corrupción no es sólo entenderla como algo exclusivo de la función pública en donde se usa a ésta para obtener provecho económico o de cualquier otra índole, sino que se extiende a todos los campos de nuestro devenir.

El lexicón señala que corrupción, entre otras acepciones, es el hecho de corromper o corromperse, lo que podríamos interpretar como ir en contra de lo adecuado, lo ideal, sustituir valores por antivalores.

Podemos colegir que la corrupción nos lleva a violentar los derechos humanos en todos los campos de nuestra vida, cosa que nos obliga a una lucha frontal en contra de este flagelo.

Los días 18 y 19 de este mes que finaliza, personal de la Codhey cursó el seminario “Liderazgo responsable y ético para prevenir la corrupción”, en la Fiscalía General del Estado.

En el seminario, impartido por Napoleón Ardaya y Felipe Train, consultores del Instituto de Liderazgo Pointman de Bolivia, también participó personal de la Vicefiscalía Especializada en el Combate a la Corrupción en el Estado de Yucatán y del Centro Estatal de Prevención Social del Delito y Participación Ciudadana del Estado de Yucatán.

Para salir airosos en contra de la corrupción requerimos de mejores servidores públicos que además sepan guiar, liderar hacia el respeto y la ética en las áreas de su influencia.

La lucha contra la corrupción se inicia en el seno familiar, educando a los hijos con el buen ejemplo. Algunos consideran difícil ser buen modelo para sus vástagos.

Si les prometemos algo a niños y niñas para que se porten bien y no cumplimos, los iniciamos en la senda de la mentira, el engaño y luego les exigimos honestidad…

Considero que en la lucha por el respeto a los derechos humanos que se vive todos los días en el país, lograr la erradicación de la corrupción y la no impunidad es un aspecto prioritario para alcanzar una verdadera vigencia y respeto de los derechos fundamentales que nos llevarán a la cultura democrática a la que todos y todas aspiramos.

Seamos honestos para exigir honestidad a los demás.