La supremacía de la “élite blanca”

¿Dónde ha visto usted una población donde se le rinda culto a los conquistadores?

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La noticia de lo ocurrido en Charlottesville, Virginia, a raíz de una violenta manifestación neonazi y de supremacistas blancos en la que protestaban contra la remoción de la estatua del general Lee, dio como resultado que en Baltimore también retiraran 4 estatuas dedicadas a militares confederados, pues éstas constituyen incluso hoy una afrenta y un recordatorio del racismo y la opresión que originaron la Guerra Civil norteamericana.

Lo anterior provocó una reflexión hacia lo que ocurre en el terruño, donde a la vista de todos tenemos sendos monumentos a la ignominia, pues las autoridades municipales, en complicidad con ciertos grupos de poder, parte de la ahora llamada “élite blanca”, insisten en enaltecer una página triste de nuestra historia, la de la conquista de los Montejo. Peor aún, nos restriegan en la llaga de la Guerra de Castas el inefable Monumento a las Haciendas, a sabiendas de que es una herida que todavía no cierra.

¿Dónde ha visto usted una población donde se le rinda culto a los conquistadores? ¿Conoce otras ciudades con obras arquitectónicas que rindan pleitesía a la esclavitud? A diario miles de personas circulan por esas calles, esas glorietas levantadas por el capital político y económico de grupos hispanófilos que todavía celebran el “Día de la Raza”. ¿Pero cuál raza? A usted, ¿le ofende esto? Y si no le ofende, ¿se ha puesto a pensar a quiénes violenta de manera simbólica?

Pensemos que mientras en la capital del país la avenida Reforma tiene estatuas dedicadas a Cuitláhuac y Moctezuma, e incluso a Jacinto Pat y Cecilio Chi, no hay ninguna dedicada a Hernán Cortés. De hecho, sus restos se resguardan casi ocultos en la iglesia de Jesús Nazareno, lo cual es ignorado por muchos después de tantos traslados durante 400 años. Pero no, en Yucatán parece que nos enorgullecemos de haber sido invadidos. Nosotros no fuimos pisoteados, fuimos “fundados”. Esa es la historia oficial que nos quieren vender los descendientes de los españoles. Esos que cultivan la heráldica y la filia por la “madre patria”.

El Paseo de Nachi Cocom (de Montejo) es la avenida que presume la belleza de Mérida. Entre tanto, en la avenida del héroe Canek, se erige una estatua horripilante y simiesca, casi en cuclillas, que es flanqueada no por opulentos edificios de estilo europeo, sino por prostitutas y travestidos. Si el mundo está cambiando, ¿hasta cuándo mantendremos intocable la supremacía de la élite provinciana?

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