Hartazgo social
Son años de promesas sin cumplir, y hoy por hoy estamos atiborrados de publicidad falsa y sin sentido, donde el único mensaje es la sed de poder.
Mare pues seguimos disfrutando el clima con su heladez, pero cómo come uno así: que si el pan dulce o los calditos, y cómo sólo se antoja estar acostado gustando películas en su nexflix o el películo pirata que compres en el mercado, con tu respectiva palangana de palomitas, pero eso sólo son sueños, porque tiene uno que trabajar, aunque cuando se puede se disfruta, ¿masinó?
Lo que no está disfrutando la sociedad es todo lo que huela a política, y con la mayor razón, ya todos están fastidiados de tantas mentiras, de tantas promesas incumplidas, de sonrisas falsas que sólo se ven en campaña, de una absurda guerra de encuestas, donde todos dicen y presumen estar ganando, donde es más común ver una campaña de descalificaciones en vez de propuestas de campaña, pero sobre todo propuestas viables y que se concreten.
El pueblo está cansado de que lo utilicen y sobre todo que lo sigan confundiendo, y que sólo vea y vea pasar la danza de los millones y mirar cómo se enriquecen unos cuantos y mientras el pueblo sigue sumido en la misma pobreza.
Son años de promesas sin cumplir, y hoy por hoy estamos atiborrados de publicidad falsa y sin sentido, donde el único mensaje es la sed de poder. ¿Dónde están las propuestas de salud, de vivienda, de cultura?, simplemente sólo ataques al adversario y levantamientos falsos de una probable victoria.
Y el aderezo perfecto de todos estos males, sin duda, son las redes sociales, escudo ideal del anonimato que se utiliza como máscara para difamar y reclamar, o simplemente no se dice por falta de producto de gallina o por miedo a represalias y de esta manera perder el trabajo que lleva sustento a la familia.
Políticos escuchen y atiendan al pueblo, que la sonrisa que les dé el pueblo sea por una acción y no por obligación; es hora ya de que cambien la mentalidad de los mexicanos, que al momento de votar ya no piensan quién es el bueno, sino quién es el menos malo.
¿Masinó que sí?