"Factor sorpresa"

Resulta más dificultoso ganar las elecciones cuando se parte de tener una preferencia indiscutible ante la opinión pública que cuando se viene de atrás.

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Si algo me ha quedado claro en mi experiencia electoral es que resulta más dificultoso ganar las elecciones cuando se parte de tener una preferencia indiscutible ante la opinión pública que cuando se viene de atrás, aunque la distancia pueda parecer a primera vista irremontable, como indica la conseja deportiva de que lo importante no es llevar la delantera desde el principio, pues, para ganar, es suficiente con tenerla en el final.

Puede ser por los estragos que genera la autocomplacencia de saber que se tiene la ventaja, por el acicate que representa la dificultad de remontar la distancia o por diferentes causas, lo cierto es que los estrategas casi nunca se plantean aplicar todos los recursos para ganar desde el principio, sino culminar la carrera antes que los rendimientos, personales y de recursos, se tornen decrecientes, como dicen los economistas.

Por ello, a pesar de los interesados en cantar victorias anticipadas, hemos visto últimamente que, con respecto a la carrera presidencial, las cosas comienzan a emparejarse a partir, tal vez, de la reciente XXII Asamblea General del PRI, donde se abrogaron los candados impuestos desde su XIV Asamblea, para abrir su candidatura presidencial a la sociedad, posibilitando hipotéticamente que pueda ser su candidato cualquier persona, sin el requisito de estar inscrito en el partido, lo que para la opinión pública, en este momento, representa una ventaja.

En la práctica, la medida hace viable la candidatura de Antonio Meade, Aurelio Nuño y José Ramón Narro, que se agregan a la de Osorio Chong, que sí cumplía con los requisitos ahora inexigibles.

La apertura del abanico ha tenido como resultado inicial el repunte inusitado del nivel de aprobación del presidente Enrique Peña Nieto, lo que justifica a quienes sostienen la tesis de que, la de 2018, será una elección de tercios.

A diferencia de las desventajas que ocasiona en el terreno económico, en el político la incertidumbre puede también contribuir a establecer mayor competitividad y conseguir mejores resultados para la sociedad, y es que resulta inevitable que tanto a la opinión pública como al intelecto les fascine el elemento sorpresa, lo que puede ayudar a inclinar de manera definitoria la balanza.

Así que, desde esta perspectiva, el PRI cuenta con la ventaja estratégica, en tanto que Morena, al haber definido con tanta antelación a su candidato presidencial, se muestra incapaz de introducir en la contienda electoral siquiera ligeras variaciones, incluso discursivas, y que el PAN se agota en el enfrentamiento de su presidente, Ricardo Anaya, contra Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle, y de que su codiciada alianza con Alejandra Barrales, del PRD, se aleja cada día más del terreno de las posibilidades.

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