Por llevar la contra

¿Con qué argumento los enemigos del PRI insistirán en la derrota del tricolor en 2018?

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Caso raro el del PRI, que, cuanto más se ensañan contra él, se alza de nuevo con la victoria. Porque nunca antes como en la campaña pasada partido alguno había recibido mayor cantidad de críticas, denuestos, agravios y ofensas que el PRI, de manera que los más notables intelectuales, analistas y politólogos auguraron su estrepitosa derrota, lo que sin duda hubiera anunciado su descalabro en 2018.

¿Con qué argumento insistirán en su derrota para 2018, cuando pudo retener el Estado de México, además ganar Coahuila y mantenerse competitivo en Nayarit, igualando los mejores pronósticos del líder del PAN que sólo pudo ganar una gubernatura en calidad de colero con un candidato del PRD, desfondándose al quedar en cuarto lugar donde había iniciado como puntero?

Porque hay conjeturas y predicciones, soportadas por cifras alegres, que apenas alcanzan para justificar el arcaico pataleo para intentar arrebatar lo que sea, sin el sustento de los votos. Como el de Morena, que quiso que se le entregara el triunfo desconociendo los resultados, o el de Anaya, que ni siquiera quiso que se terminara el conteo de Coahuila.

Rara democracia donde las mismas acciones son viciosas si las hace el PRI y virtuosas cuando son hechas por los demás, como el uso de los programas sociales para obtener votos que es aceptado en la Ciudad de México, impidiendo la alternancia ahí por más de 20 años; o la “operación política” como la realizada por el maestro Yunes en Veracruz, con recursos públicos por supuesto. Donde el árbitro sólo es bueno si pierde el PRI o gana el América.

Extraña democracia donde las propuestas son sustituidas por consignas y se tejen alianzas a destiempo, con ofensas y majaderías. Donde los motivos de la victoria devienen en causa de impugnación, como la insistente tautología de que la mayor participación (votación) causa la derrota del PRI y luego se exige anular los lugares donde participó más la gente, porque ganó el PRI.

O dirigentes partidistas que viendo en un homónimo la proyección de su propio ascenso deciden mantenerlo como candidato a pesar de sus públicos insultos misóginos. Y luego se preguntan por qué perdieron. Y se niegan a aceptar su derrota.

Tal vez, es sólo una posibilidad, el PRI tenga más oficio en materia electoral; puede ser que las propuestas del PRI son más congruentes con la realidad económica. Quizá el PRI tiene simpatizantes, o los ciudadanos lo utilizan para impedir el ascenso de candidatos que, a su juicio, son impresentables.

Puede ser que los del PRI salgan más a votar cuando más los insultan, tachándolos de ignorantes, acarreados, vendevotos y corruptos, sólo por llevar la contra. Por cierto, el peso resultó fortalecido y la Bolsa de Valores ganó cuando se anunció el triunfo del PRI.n

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