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La salud y el medio ambiente están estrechamente relacionados desde el momento mismo de la creación, aseguran expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Desde que el ser humano con el fin de satisfacer sus necesidades básicas comenzó a interactuar con su entorno, desencadenó un proceso de transformaciones que ha hecho posible el desarrollo ascendente de la humanidad. Sus actividades han constituido invariablemente un poderoso factor de influencias sobre el planeta, introduciendo cambios, que de forma voluntaria o involuntariamente, no siempre han sido justificados.

A partir de la versión primitiva del ser humano hasta la actual, éste ha tenido que enfrentar innumerables escollos para mantenerse como especie sobre el planeta: el hambre, el calor o el frío intenso y otros factores del medio en el que desarrollaban sus actividades obligaron a nuestros antepasados a buscar nuevas formas de enfrentar la vida. El medio ambiente global manifiesta cada vez más un mayor deterioro debido al uso indiscriminado de los recursos naturales y a la insuficiente atención, en general, que se da a la solución de los efectos negativos que esto produce sobre los seres vivos, incluidas las poblaciones humanas. Es evidente que en este contexto la salud de los humanos se daña considerablemente.

El problema del desarrollo sobre la base de la conservación de la riqueza natural y la herencia cultural de los pueblos y naciones reclama una verdadera transformación del saber ambiental, no solo en el sentido de las exigencias, en el manejo integral de los recursos naturales, sino de la aparición de una nueva ética estructurada esencialmente en nociones, conceptos y actitudes de convivencia armónica, responsabilidad, austeridad, respeto, equidad, sostenibilidad y solidaridad. Los efectos negativos de los contaminantes del aire sobre la salud pueden diferir también en función del grupo de población de que se trate, en particular, las personas más jóvenes y las de edad avanzada pueden ser especialmente sensibles a estos efectos nocivos y los que padecen de asma u otras enfermedades respiratorias o cardíacas, pueden sufrir un agravamiento de los síntomas por la exposición.

La vida cotidiana en el planeta demuestra que la contribución humana para mitigar los daños ocasionados es urgente e inaplazable, de lo contrario, se estará condenando el futuro, por esta razón es considerable que nosotros de manera individual hagamos un auto examen de conciencia en donde reconozcamos qué estamos haciendo y qué estamos dejando de hacer para mitigar los daños que hoy el desarrollo está propiciando a nuestro medio ambiente, situación que se resalta más cuando aparecen las famosas “crisis de salud” como la que hoy nos ocupa del coronavirus.

Es necesario que todos volvamos la vista hacia nuestro entorno natural y reconocer que no hay nada más sabio que la misma naturaleza, seamos más conscientes con esta relación y no expongamos de más nuestros recursos naturales y sus beneficios, si no esteramos comprometiendo nuestros recursos naturales a las futuras generaciones. Actuemos, demos ejemplo hoy, antes de que sea demasiado tarde.

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