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Una serie televisiva que está captando favorablemente la atención en estos días es Chernobyl, que relata los pormenores del accidente ocurrido el 26 de abril de 1986 en la planta generadora de electricidad con tecnología nuclear Vladimir Ilich Lenin, ubicada en la ciudad de Prypiat, a 18 kilómetros de Chernobyl en lo que fue la Unión Soviética.

Cuando se celebraba el juicio para determinar la responsabilidad de los encargados de la operación de la planta, el científico Valery Legásov, quien se encargó de las tareas de contención y limpieza del desastre, explicaba pormenorizadamente lo ocurrido aquel día, y relataba las carencias y deficiencias del equipamiento y tecnología que se usaba prácticamente en todas las centrales nucleares de la Unión Soviética, adicionalmente a los graves errores y malas decisiones tomadas y puestas en práctica durante una prueba que tenía que llevarse a cabo.

El juez dice entonces a Legásov: “Si insinúa usted que el estado soviético es culpable del accidente, le advierto que está pisando terreno peligroso”, a lo que el experto responde: “Ya pisé terreno peligroso, estamos sobre terreno peligroso ahora mismo, por nuestros secretos y mentiras. Son prácticamente lo que nos define. Cuando la verdad ofende, mentimos y mentimos, hasta que ya ni siquiera recordamos que la verdad existe, pero sigue ahí. Cada mentira que contamos se endeuda con la verdad, y tarde o temprano, esa deuda se paga”.

El pasado lunes 17 de junio, en nuestro país, el Centro Nacional de Control de la Energía (Cenace) emitió un comunicado público para declarar en “estado operativo de emergencia a la península de Yucatán”, después de fundar con datos y cifras las causas que obligaban a decretar tal estado. Entre ellas, la incapacidad de satisfacer la demanda de electricidad en la zona con la generación que se puede realizar en ella, debido principalmente al insuficiente suministro de gas natural. Desde luego que esta noticia causó reacciones de preocupación generalizada, y al día siguiente el mismo Cenace emitió una nota aclaratoria, ahora sin firma, en la cual señala que su propia declaratoria del día anterior no tiene ningún fundamento. Y para terminar de complicar este enredo, el director del organismo comparece ante el Senado de la República, con explicaciones confusas y sin fundamento, asegurando que no recibió “línea”, da a entender que la medida se tomó para que sirva de aliciente a la CFE y se apure a terminar un ducto de diésel que va de Progreso a Mérida.

Estoy de acuerdo en que la alerta de emergencia puede poner en peligro la llegada de inversiones que tanto necesitamos, pero si el diagnóstico inicial es certero, y pretendemos que mintiendo para ocultar esa situación generaremos confianza, estaremos, como en la Unión Soviética de los ochentas del siglo pasado, acrecentando una deuda con la verdad, que tarde o temprano pagaremos, y quizás para entonces sea demasiado tarde, y demasiado cara.

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