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La perspectiva de un muy bajo o incluso nulo crecimiento de la economía a corto y mediano plazos, si no se modifican estrategias y políticas que se están implementando, nos obliga como sociedad a ser muy creativos, audaces y disciplinados en el desarrollo de proyectos y unidades de negocio que nos permitan a la iniciativa privada fortalecer a nuestras empresas, brindarles resiliencia ante las circunstancias y las amenazas del entorno, y así poder mantener los empleos.

Cuando hace algunas décadas se iniciaron los movimientos ecologistas y de protección al ambiente, el desarrollo y el crecimiento económicos se entendían ligados a un inevitable impacto negativo para el planeta en términos de contaminación, y cuando aquél quería ser disminuido o evitado, parecía un acto de heroísmo empresarial hacerlo, asumiendo los altos costos que esto implicaba.

Además, un elemento estratégico para la prosperidad de cualquier país siempre lo ha sido la energía, en todas sus formas, pero principalmente la electricidad, un factor que representa un alto costo para la producción de bienes y servicios, y al mismo tiempo es un sector que aporta un gran porcentaje de la contaminación causante de calentamiento global a través de sus emisiones de CO2 cuando se genera quemando combustibles fósiles.

Por fortuna hoy, generar crecimiento y prosperidad, mientras se cuida el medio ambiente, no tiene por qué ser una carga. Específicamente hablando de electricidad, la energía renovable se ha convertido ya en un pilar fundamental para promover un desarrollo económico sostenible e inclusivo, generando prosperidad y bienestar de forma justa e igualitaria, creando fuentes de empleo, pero además convirtiéndose en una solución viable para la crisis climática actual.

En 30 años, la población mundial podría alcanzar los 10 mil millones de personas, con el 80% habitando en ciudades, esto, aunado a cambios importantes en la tecnología del transporte terrestre, con automóviles y vehículos de carga tornando al uso de electricidad, está colocando una presión importante en el crecimiento de la demanda de energía.

Y hoy, para satisfacer esa demanda creciente con eficacia, mientras se combate el cambio climático y sus impactos relacionados, la única opción que está lista y disponible son las energías renovables, principalmente la solar y la eólica.
Y aunque pareciera que los avances son impresionantes, necesitamos acelerar al menos 6 veces más si queremos alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.

Por eso es muy importante que los responsables de tomar decisiones en política económica comprendan que apostar por la energía renovable, suspender las acciones que la obstaculizan e impiden su despliegue, y fomentarla y desarrollar instrumentos que la incentiven es construir un fuerte pilar que será determinante para alcanzar los objetivos de un desarrollo sostenible verdadero y elevar la competitividad de nuestro país.

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