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¡Ote aclimatas o te aclimueres! Es una frase popular muy usada para indicar la necesidad de adaptarse a las condiciones en las que te encuentras para poder sobrevivir. También se aplica a la teoría de la evolución, según la cual no necesariamente sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta a las cambiantes circunstancias. Pero no siempre es posible confiar en que todos los problemas puedan ser resueltos por un proceso evolutivo.

El cambio climático se ha convertido en una amenaza para la humanidad y sus consecuencias tienen un impacto notable en una gran cantidad y variedad de sectores. Esta es una preocupación especialmente importante para los trabajadores que usualmente están expuestos al sol, como los obreros de la industria de la construcción y los del sector de las energías renovables.

La cantidad de días de exposición a temperaturas consideradas peligrosas, en obreros de la construcción en los Estados Unidos, se estima que en 2030 será más del doble de lo que se registró en el año 2000, y para 2050 se estaría triplicando. Un estudio independiente mostró que por cada incremento de 5ºC en la temperatura ambiente, el incremento de los casos que requieren hospitalización, derivados de la exposición al calor, alcanza un 393%.

Los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) en aquel país señalan que cuando se detona el proceso de un golpe de calor, la temperatura corporal puede alcanzar los 41ºC en un lapso tan corto como 10-15 minutos, por lo que, cuando los síntomas empiezan a ser evidentes, es posible que ya sea demasiado tarde.

Por fortuna, los avances de la tecnología son sorprendentes, y hoy en día la tendencia en el mundo del equipamiento laboral se enfoca en el monitoreo continuo e individual, por cada trabajador, de una serie de indicadores fisiológicos como el ritmo cardiaco, la temperatura corporal y la pérdida de la sudoración, entre muchos otros indicadores, que permitirían detectar a tiempo las amenazas y así actuar a tiempo. Con esto, sería posible mitigar sensiblemente los riesgos derivados del calor, ahorrar mucho dinero a las empresas, al sector salud y a los propios trabajadores, pero, con mayor importancia, permitiría salvar muchas vidas.

Esto se realiza por medio de sensores insertados o adaptados a los chalecos, cascos, botas u otros elementos del equipamiento básico de un obrero, que envían los resultados del monitoreo en tiempo real al departamento de capital humano de la empresa, o al encargado de la seguridad laboral, el cual puede avisar directamente al obrero que presente una sintomatología que anuncie un posible riesgo, y brindarle asistencia.

A este conjunto de tecnologías se les llama Smart PPE (Personal Protection Equipment), o Equipos de Protección Personal Inteligente, y hay muchas empresas en todo el mundo desarrollando cada vez más y mejores aplicaciones.

Conviene aclimatarse, pero invirtiendo en tecnología y promoviendo buenas prácticas laborales en beneficio de todos. ¡Vale la pena!

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