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La evidentemente equivocada y absurda política energética del régimen obradorista, que pretende fincar su fortaleza en la dependencia de los hidrocarburos sucios y caros, al mismo tiempo que obstaculiza el despliegue de fuentes limpias, renovables y más baratas de energía, no tiene absolutamente ninguna posibilidad de lograr viabilidad ni técnica ni económica, ya no digamos a largo plazo, no tiene viabilidad ni siquiera hoy mismo, desde cualquier aspecto desde el cual sea evaluada.

En este escenario, el tiempo que tome rectificar el rumbo, ya sea por el improbable reconocimiento del error o por un cambio de gobierno gracias al voto ciudadano, será directamente proporcional al costo que tendremos que asumir todos los mexicanos para revertir todas esas pésimas decisiones de política pública en temas de energía y cambio climático.

Los costos de las energías renovables continúan bajando, al mismo tiempo que la tecnología mejora a pasos agigantados. Empresas, gobiernos y organizaciones alrededor de todo el mundo están estableciendo sus metas medioambientales y de sostenibilidad, y el paso lógico para lograrlo es invertir en energía solar y/o eólica; ya casi nadie se está preguntando si debemos transitar a energía sin emisiones, ahora la pregunta es si no debemos acelerar aún más su adopción para asegurar que alcanzamos la meta antes de causar consecuencias catastróficas.

Hoy, las energías solar y eólica ya no son solamente sostenibles, sino que ya son las más baratas y competitivas en una cantidad de países en los cuales habita dos tercios de la población mundial, y en los que se genera el 90% de la electricidad de todo el mundo. Esto deriva en un ambiente de mucha competencia, ofertas cada vez más agresivas, tarifas más bajas, y por consiguiente mayor competitividad de los países que las adoptan.

De este modo, el activo principal y más valioso para los inversionistas y gestores de proyectos de esta naturaleza ya no está en los módulos fotovoltaicos, inversores y otros equipos, tampoco en el financiamiento, sino en el derecho de estar conectados a la red pública entregando electricidad a perpetuidad. Muchas compañías están incluso dispuestas a perder dinero en los primeros años de operación del proyecto, ya que su apuesta está en el muy largo plazo.

Y eso solamente puede suceder si se garantiza la certidumbre, un rubro en el que, como en otros muchos, también ha hecho un muy mal papel el actual gobierno mexicano.

Estar honesta y genuinamente del lado de los pobres debería conducir a emprender acciones encaminadas a reducir costos y ser una nación cada vez más competitiva y productiva, que garantiza a sus habitantes el derecho básico universal a un medio ambiente sano, objetivos que solamente podrán lograrse con abundante energía limpia, pero sobre todo ofreciendo claras señales de que como país, y de la mano de un gobierno inteligente, sensato y competente, somos capaces de ofrecer el activo más valioso y apreciado que existe hoy en este planeta: certidumbre de largo plazo.

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