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“Se casaron y vivieron muy felices”. Con esta frase muchas parejas van al matrimonio creyendo que con su amor van a solucionarlo todo. Y no hay nada más incierto y laborioso que el matrimonio. Cuando vienen los pleitos, las agresiones y la falta de diálogo, ¿cómo podemos solucionar nuestras diferencias con la pareja?
Cuando el pleito está “caliente”, lo primero es no precipitarse. A la hora del conflicto, no hay que tratar en ese preciso momento de solucionarlo. Hacerlo al calor de la discusión no funciona. Pero postergarlo en exceso también es malo. Al tratar de solucionarlo molestos, aún resentidos y enojados, el diálogo resulta imposible.

Hay que saber escuchar. Al hablar con nuestro cónyuge tenemos que hacer el esfuerzo de silenciar nuestros pensamientos para poder escucharlo. Muchas veces estamos pensando que vamos responder, y no le prestamos atención a lo que nos está diciendo. Saber escuchar es una buena forma de solucionar diferencias.

Otro punto importante es aprender a ponernos en su piel. Hay que sentir lo que la pareja siente y meternos en su mente, para intentar comprender su manera de pensar, sentir y razonar, lo que él o ella tienen en mente. Para que nos entiendan, primero tenemos que entender nosotros.

No hay que juzgar a la pareja. El juzgar es romper el diálogo y silenciar las diferencias sin buscarles solución. Hay que expresamos en primera persona, y ser sinceros con lo que sentimos. Eso nos dará soluciones al conflicto por el que estamos pasando.

Y no solo no juzgar, también hay que aprender a respetar. Hay que respetar a la pareja, aunque no estemos de acuerdo con ella. Esto hará que comprendamos las emociones de nuestro interlocutor y respetar sus opiniones, aunque no compartamos su punto de vista. Buena es la frase para solucionar un conflicto: “No te comprendo, pero te respeto amorosamente”.

Otro detalle para solucionar las diferencias con la pareja es facilitar los cambios. Muchas veces recae en un solo miembro de la pareja la responsabilidad de sacar a relucir los conflictos. Es preciso saber manejar los roles de estar abiertos al cambio, para buscar soluciones y no silenciar los sentimientos y las emociones del otro. Buena es la frase: “¿Si vivieras contigo, te gustaría permanecer a tu lado?”

Todo lo anterior nos lleva a pensar que no hay que dar las cosas por sentado. Porque es muy importante aprender a entender a nuestra pareja, y darnos cuenta de sus emociones, de sus deseos y de sus necesidades, las cuales muchas veces no las expresa verbalmente.

Un diálogo sincero, un amor manifestado en obras y un respeto mutuo será una buena fórmula para sacar adelante nuestro matrimonio. Hay que tener presente que de “eso” que no hablan con la pareja es lo más importante para hablarlo el día de hoy.

Y nunca olvidemos: “Tu mayor riqueza es tu pareja. Tu más grande tesoro son tus hijos. Tus mejores valores, el amor a tus padres y hermanos. Tu mejor inversión es la familia. Y tu plena felicidad es hacer contacto todos los días con tu creador”.

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