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Mijail Bajtín en Problemas Estéticos de la Creación Verbal habla del “mundo ético” creado en la novela, el cual consiste en ordenar el desastre del mundo en la conclusión. Pero los textos que utilizan los elementos del Gore funcionan para demostrar que la realidad no es como las novelas de terror, donde al final las fuerzas del bien triunfan al restablecer el orden social y moral, sino que nos exige reflexionar sobre nuestra ingenuidad al creer en la regla “los buenos siempre ganan”.

En literatura hay textos que nos remiten a la tendencia a describir asesinatos y mutilaciones para reforzar la idea central de los mismos. Como ejemplo podemos citar los poemas épicos que describen cómo el héroe (Aquiles en la Iliada o el Amadís de Gaula) de un golpe parten a una persona a la mitad, “desjarretada” con todo y caballo. Esas escenas muestran la fuerza de los caballeros y la fortaleza que tienen los mismos para superar las pruebas del destino, la “prueba heroica” exigida en el poema épico.

La literatura incluyó esos elementos épicos para canalizarlos a la expresión artística, la cual tiene sus variantes en el teatro isabelino de los siglos XVI y XVII. Shakespeare, con obras como Tito Andrónico o La Duquesa de Malfi, es un ejemplo de melodrama de este género. A finales del XVIII, la novela gótica profundiza en los temas sobrenaturales y criminales; además, transporta al campo literario la descripción de asesinatos con extrema violencia. Por otra parte, la contribución fundamental a los temas Gore y Gótico la hizo el Marqués de Sade, quien agregó el elemento sexual para explotar la fragilidad del ser humano, así como su escaso valor en la persecución del placer.

En el umbral del siglo pasado, los autores que cultivaron el género estuvieron enfocados en los relatos de terror, como es el caso de Lovecraft, Howard o Bloch. Paulatinamente dejaron el campo del horror para trasladarse a la novela negra, pero no aquella romántica en la línea de Sherlock Holmes, sino la que centró su atención en los policías de la calle, que combaten el crimen en cocinas del infierno, albergadas en las entrañas de ciudades duras y oscuras, como las representadas en la obra de Dashiell Hammett.

En cine como en literatura hay diversos ejemplos sobre las imágenes y narraciones Gore. A principios del siglo XX, la película Intolerancia, de D.W. Griffith, muestra el primer efecto especial encaminado a presentar una mutilación realista del cuerpo humano en la pantalla, donde hubo escenas en las que se incluían dos decapitaciones y una lanza atravesando el abdomen de un soldado.

Como consecuencia de esas películas se creó el código Hays para restringir los contenidos que presentaban los productores en Hollywood, sobre todo a raíz de los escándalos que surgieron en 1920 por obras del mismo corte que Intolerancia, donde los creadores eran sometidos a investigaciones para comprobar que los asesinatos en pantalla sean efectos especiales y no escenas reales.

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