|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

La aparición del libro Pancho Villa. Una biografía narrativa, de Paco Ignacio Taibo II, continuó la revitalización del género biográfico, cambiando su estigma de verdad absoluta a propuesta de interpretación para al lector, es decir, el libro narra la historia de Francisco Villa desde la multiplicidad de versiones sobre su nacimiento, sus padres y los motivos que lo llevaron a romper las leyes, sus ideales o su programa revolucionario.

Así, forja un relato que mira críticamente la mitología impuesta por el Estado y analiza por qué los héroes nacionales cambian con el paso del tiempo y de acuerdo con los partidos políticos que detenten el poder. Alejado de los lugares comunes, el autor investiga los pormenores de cada uno de los sucesos que la institucionalización de la Revolución Mexicana utilizó para crear la “leyenda negra”, del villismo.

En el transcurso del relato articula el programa social del villismo y aparta la imagen de Villa entregado a pasiones momentáneas e improvisación. Sin tener educación básica, se preocupó por construir escuelas, pagar mejor a los maestros; un abstemio que intentó erradicar el alcoholismo, porque sabía que era un mecanismo de control social; expropió los terrenos de las grandes, descomunales haciendas para entregarlos a los trabajadores; cobró impuestos a los extranjeros que usufructuaron la riqueza natural del país, y, como piedra angular, vigiló que los precios de los productos básicos sean accesibles para todos.

En su calidad de militar, destacó como un estratega que desconcertó al ejército federal acostumbrado a seguir esquemas. Villa utilizó la caballería, que mutaba a infantería, una artillería precisa, tiradores que combatían mano a mano, cambiaba los enfrentamientos directos a combate de guerrillas. Evoluciona a un general filántropo, que acababa con el enemigo sin dañar a la población civil. Aunado a ello, es un político fogueado, gracias a que desde 1910 lidió con el gobierno de Estados Unidos, de Francisco I. Madero, de Victoriano Huerta, de Venustiano Carranza, con embajadores, gobernadores, secretarios de diferentes niveles. Como sintetizó acertadamente el autor, Villa pensaba en diferentes niveles, porque militar y socialmente la División del Norte, sus Dorados, combatían para impactar en el ámbito político, para obtener una respuesta política, en vez de armada.

Francisco Villa es una multitud de historias. Un hecho es narrado hasta por testigos que no estuvieron en el lugar. Esa necesidad de fugarse que aprendió Villa en su vida de bandolero le permitió escapar del sistema y la institucionalización de la gesta armada. Porque pese al decreto emitido por Luis Echeverría el 18 de noviembre de 1976 de trasladar sus restos al Monumento de la Revolución, en la tumba 632 de Parral, en realidad se llevaron los huesos de una mujer, porque sus amigos querían evitar que profanaran nuevamente su cadáver y lo exhumaron, para enterrarlo en la tumba número 10 a 120 metros de donde estuvo originalmente. Todas las versiones están ahí, para que el lector reconstruya a Francisco Villa a su antojo.

Lo más leído

skeleton





skeleton