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La crónica urbana es un género difícil no sólo por las particularidades que tiene su estructura dentro del periodismo, sino porque el autor debe estar atento a los detalles, a escuchar a los participantes, a preguntar y entender el proceso que está describiendo, además el tema tiene que interesarle para lograr transmitir al lector esa sensación de asombro e interés por lo ocurrido. Entre los cronistas actuales encontramos a J.M. Servín, quien destaca por su narrativa y los temas que decidió plasmar en su libro D.F. confidencial. Crónicas de delincuentes, vagos y demás gente sin futuro.

Conocido en el medio literario por su trabajo editorial en El Salario del Miedo y retratista incansable de los desposeídos, cuyas fotos están en sus redes sociales, se destaca por trabajar la crónica con tintes de nota roja en ese libro. Interesante ya que muchos de los hechos delictivos o sangrientos quedan signados en los periódicos en escasos cuatro párrafos con fotos enormes, sin ahondar mucho en las causas que ocasionaron el crimen.

D.F. Confidencial, explora el otro lado de la vida de la gran ciudad, entre barrios, lupanares y personajes de nota roja, para contarnos esas historias ocultas o que decidimos ignorar. Esto último es imprescindible para sentar lo histórico de esos procesos; como ese mundo que raya en lo ilícito ocurre a la vista de todo el mundo, con una aceptación tácita de quienes viven a su alrededor, la crónica nos hace reflexionar qué tanto contribuimos a que las cosas permanezcan como están.

Entre las crónicas destaca una entrevista hecha a Enrique Metinides, “El Niño”, fotógrafo histórico de varias publicaciones especializadas en nota roja, cuya lente captó cientos de formas de mirar la muerte, lo siniestro o la tragedia con una belleza tal, que ganó que su trabajo sea expuesto en varias galerías de arte del mundo. Bajo el título “La foto macabra no es lo importante, sino entender lo que sucedió”, expone, más que la visión del afamado fotógrafo, el resumen de la idea detrás de ese libro: explicarnos el porqué de las historias que narra.

Así uno de los puntos centrales del trabajo de Servín es que la importancia de las crónicas que nos ofrece no está en contarnos algo que no sabemos, sino en que entendamos el porqué ocurre. Consciente de esto, desde sus apuntes en la presentación del libro denominada “Pararrayos” nos avisa que este trabajo será no sólo la narración de la cara oculta de la ciudad, sino que contendrá opiniones y comentarios del autor, ya que no es posible la existencia de este género sin ese ingrediente que desnude nuestras costumbres culturales.

Es un libro que ofrece muchas alternativas. Las primeras son las herramientas, las técnicas y el sentido que tiene la crónica en el periodismo y como un testimonio de nuestra realidad, que queda asentada como documento histórico al narrar desde las peleas de perros, la historia de las escuelas públicas enclavadas en barrios peligrosos, hasta las actividades religiosas. Pueden obtenerlo en la editorial Almadía vía electrónica, lo recomiendo a aquellos interesados en narrar estos tiempos de pandemia.

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