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El viernes pasado se estrenó la película “Un príncipe en Nueva York 2” en la plataforma Amazon, la cual generó muchas expectativas entre quienes vieron la primera parte hace 33 años atrás, cuya popularidad consolidó a muchas de las estrellas de los 80, principalmente a los afroamericanos que tenían muy pocos papeles en Hollywood. Sin embargo, despertó muchas críticas entre los especialistas de cine por sus evidentes problemas de guion y chistes referenciales al material original que no sólo varias generaciones no vieron, sino que para otras ya quedó en el olvido.

El argumento retoma la historia del príncipe Akeem Joffer, quien se convierte en el rey de Zamunda, tras el fallecimiento de su padre Jaffe. El nuevo monarca está preocupado porque no tiene un heredero varón y descubre que en su visita a Nueva York de 1988 tuvo un hijo bastardo. Aquí entra el mismo dilema que la película original, un padre que sigue al pie de la letra las antiguas tradiciones y un hijo que desea cambiar las cosas porque ya no funcionan en un mundo donde la lucha de las mujeres, las libertades civiles y la inclusión son temas prioritarios en la agenda de las organizaciones sociales y de gran parte de la sociedad.

Pese a que los productores destacan que una de las virtudes de la película fue traer a la mayor parte del elenco original, lo cierto es que es no sólo un homenaje a los actores afroamericanos de antes y ahora, sino que es un discurso del poder afroamericano, su calidad histriónica y una crítica a las escasas oportunidades que tienen en los estudios cinematográficos al reducir al mínimo el número de actores blancos en el filme. No sólo vemos la aparición de Arsenio Hall, Shari Headley, John Amos, James Earl Jones, Jermaine Fowler, Leslie Jones, Tracy Morgan, Morgan Freeman, Wesley Snipes y Eddie Murphy, sino también la aparición de cantantes como Vogue y Salt-N-Pepa. Todos ellos mostrando su versatilidad actoral sobre todo Murphy y Hall interpretando varios papeles a la vez.

Como dijimos al principio, el guion empañó la historia general de la película porque parece una actualización de la original más que la continuación de la misma, usando los mismos esquemas de humor, los mismos personajes y referencias, destacando nada más la actuación del elenco, los vistosos atuendos y la música a cargo de grandes estrellas de antaño y modernas. Pese a sus carencias, es un excelente homenaje y una muestra del espacio que han ganado los afroamericanos en la lucha por abrir campo en el medio cinematográfico, en donde permanece aún los estereotipos de la belleza y el llamado “blanqueamiento” de los personajes. Esta película es una pauta del talento y el poder actoral que contradice el argumento que sólo los actores blancos son buenos, aunque aún faltan muchos ríos virtuales de tinta para mirar lo que esconde en su estructura esta película.

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