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En este mes de agosto se celebró el viernes 9, en todos los países pertenecientes a la ONU, el Día Internacional de los Pueblos Indígenas. Los gobiernos en todas sus instancias realizaron actividades para cumplir con el protocolo de reconocer la importancia de las culturas étnicas diseminadas en diversas geografías del planeta. En la realidad, todo esto es parafernalia, porque la situación de los indígenas no ha mejorado en el mundo y mucho menos en el territorio nacional.

Una valiosa herramienta para conocer el entorno de los pueblos indígenas es el compendio “El mundo indígena, 2019”, que para este año tuvo como compilador y editor a David Nathaniel Berger. Esta obra es un informe anual auspiciado por el Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas, cuya sede se encuentra en la ciudad de Copenhague, Dinamarca, y en esta edición la preocupación principal de los editores de las regiones planetarias es el riesgo físico que afrontan los defensores de los derechos indígenas, los cuales han sufrido ataques, encarcelamientos y estigmatizaciones criminales y hasta la pérdida de la vida.

El origen de todas estas acciones se encuentra en las acciones en pro de la defensa jurídica contra las violaciones de los derechos humanos cometidas en los territorios indígenas renuentes al uso y abuso de las industrias extractivas y otros megaproyectos que dañan el entorno ambiental y cultural de sus poblaciones.

Ejemplos de los riesgos de los activistas en derechos humanos son los de Juana Raymunda, maya de Guatemala, y el náhuatl morelense Samir Flores, ambos indígenas defensores de los derechos humanos indígenas y que por esta actividad fueron asesinados, pero no es para alarmarse, en el mundo el año pasado fueron cientos los activistas indígenas ejecutados, desde la Amazonia hasta Palestina. Todo por defender a sus poblaciones.

Otro fenómeno que se encuentra en expansión es la ambición que se tiene sobre la tierra de los indígenas. Acicateados por el aumento del consumo mundial y la necesidad de explotar la tierra con productos agrícolas de valor y necesidades de agua y energéticos, los grandes capitales tienen puesta la mirada en esos territorios ricos en materia prima necesaria para la acumulación de las riquezas. Los grupos indígenas que se oponen a la explotación irracional de sus territorios y priorizan la defensa de los ecosistemas que contienen son estigmatizados de inmediato como enemigos del desarrollo.

Dado que se encuentran en juego grandes intereses económicos, son muchos los países que adoptan medidas lamentables para acallar la crítica y ponen freno a las alternativas de desarrollo que emanan de los pueblos indígenas. Las inversiones privadas y estrategias de las naciones cuentan a menudo con el apoyo del ejército, policías o fuerzas paramilitares para intimidar a los pueblos indígenas o apoyar en desalojos violentos y a veces son el instrumento para asesinar a los activistas de los derechos indígenas. (Continuará)

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