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Firmo esta nota en Los Ángeles, California, en donde, con gran entusiasmo de la comunidad hispanohablante, se efectuó el Festival Literario Léala 2019. Fueron tres días de trabajo extenuante, pero de un gran aprendizaje sobre el futuro de nuestra lengua que es hablada por 500 millones de personas en el mundo.

Después de un receso de cuatro años, Léala regresa con mayores bríos a la Plaza de la Cultura y las Artes, uno de los lugares más emblemáticos de esta ciudad angelina. La temática del evento, que contó con la participación de cuarenta escritores en español diseminados en todos los confines del planeta, fue “Las fronteras y sus metáforas”. Resulta difícil entender desde nuestro cómodo sillón de descanso o nuestra ajetreada vida laboral todo el drama que se esconde en uno de los fenómenos sociales y culturales que tienen dominancia en el mundo como es la migración, ese límite geográfico creado por acuerdos humanos se convierte en valla en contra de la libertad, es una frontera deseada y vituperada.

Este interesante evento es patrocinado por la Fundación Universidad de Guadalajara USA y otras fundaciones, como la Pihrra Glady Grodman, filántropa estadounidense que en razón de su enamoramiento de Guadalajara donó su legado a la Universidad que lleva ese nombre.

Cuarenta escritores de diversas nacionalidades acudieron a la invitación realizada por Marisol Schulz Manuat, directora general del festival, con quien sostuve breve entrevista y, entre otras cosas, me confió que la importancia de esta actividad se encuentra en visibilizar la situación que viven los hijos de los migrantes, padres e hijos que se encuentran amenazados por deportaciones, amenazas provenientes de diversos sectores, así como formas visibles o sutiles de discriminación. “Frente a esta situación hay que difundir que provenimos de una cultura ancestral, tenemos ricas y variadas tradiciones y un idioma dominante y con una literatura descomunal que aporta visiones y propuestas enriquecedoras para la humanidad”, me ha dicho.

Dos yucatecas coincidimos en la mesa “Lengua y Pueblos Originarios: de México a California”: Sara Poot y yo, acompañadas de Julia Brown y Jacobo Sefami. En lo particular me ha dado gusto ver que mi trabajo literario es conocido en esta franja fronteriza. Todavía hace algunas unas horas estuve en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Estudios Extranjeros de Kioto, Japón. Un público integrado por cientos de jóvenes que tienen el privilegio de formarse profesionalmente en una de las prestigiadas universidades imperiales de ese país; hablantes de nuestro idioma, mostraron conocimientos de la función vital de los escritores indígenas. Coincido con Marisol Schulz Manuat, quien también está al frente de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, sobre el papel de la literatura en la resolución de los conflictos humanos. “La rebeldía de la literatura está en su aportación para una convivencia pacífica”.

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