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Toda cultura es dinámica. Las inercias no tienen cabida en la modernidad. Una de las manifestaciones culturales es la literatura y en esta colaboración me refiero a la literatura indígena que se escribe en cualquier territorio nacional e internacional.

No hay duda del boom de esta literatura; pero el interés por conocer la producción de escritores indígenas llegó a su cenit y por ende ha comenzado su declinación al no aportar contribuciones innovadoras que compitan con la literatura occidental. Como toda literatura, tiene sus funciones estéticas bañadas por visiones políticas y sociales, en particular lo escrito por indígenas contribuye al fortalecimiento de la identidad étnica. Uno de los errores cuando se habla de identidad étnica es basarla únicamente sobre el pasado, pero todo pasado, por muy glorioso que haya sido, es un pasado que se encuentra en proceso de olvido frente a una modernidad carente de solidez, de tal manera que toda la producción literaria se convierte en monumento dedicado al olvido.

Estos y otros puntos torales fueron temas de discusión fraterna entre académicos, escritores y críticos literarios que nos dimos cita en un hermoso poblado de la sierra de Michoacán recientemente. Muchas son las preocupaciones sobre el futuro de la literatura indígena, la veta de inspiración se agota, los temas son recurrentes y gastados y las contribuciones innovadoras son escasas.

Algunos puntos de reflexión que sostuvimos tienen que ver con perspectivas que es importante tomarlas en cuenta para mantener a la literatura indígena vigente. Uno de ellos, los conocimientos tradicionales que, si bien han tenido un fuerte tratamiento literario, no han tenido la validación científica que legitime los derechos por sí mismos necesarios para permitir el diálogo intercultural en igualdad de circunstancias.

Hay que recalcar que la cultura dominante propone un proyecto cultural folklorizado, expropiatorio y demagógico al servicio de la industria turística y otros modelos de comercialización. El sostén ideológico de la literatura indígena descansa en la oralidad, y la difusión de la misma es recurrente tanto en la poesía como en la narrativa, la aportación de otras temáticas es realmente escasa. La discriminación, la explotación, la destrucción de la flora y la fauna por políticas capitalistas es cuestión de cotidianidad.

El narcotráfico con todas sus secuelas como homicidios, violencia, violación y otras manifestaciones es una realidad en comunidades rurales, indígenas o no. El fenómeno de las migraciones es real y sus resultados son palpables y visibles. La lista de fenómenos sociales y políticos resulta larga y cada punto de esa agenda es tema que los escritores indígenas no deben soslayar de ninguna manera.

Narrar la realidad en la modernidad es un reto para construir una verdadera sociedad intercultural, donde todos los actores culturales, sociales, académicos y científicos indígenas sean capaces de imaginar y proponer nuevas realidades cimentadas en la identidad cultural, teniendo siempre la claridad de que la cultura no es estática y esa dinamicidad también nos ha hecho permanecer.

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