Los socialistas en Yucatán
El poder de la pluma
El Jelipe se encuentra inspirado en hechos trágicos consumados en el asesinato de Carrillo Puerto. Este cuento, premiado por una convocatoria universitaria, se publicó en el suplemento cultural de un periódico local; en esa sintonía se encuentra la novela El General -inédita-, documentada en la actuación del general Salvador Alvarado en nuestro estado. Para realizar estas obras literarias requerí repasar la historia del Mayab. Me sorprendieron los vericuetos en los caminos por donde transita la historia.
En Yucatán y Tabasco de forma asincrónica existieron en el periodo posrevolucionario gobiernos socialistas que dejaron huellas en las poblaciones de ambas entidades. Como curiosidad, el chiapaneco Tomas Garrido Canabal, socialista radical, gobernó Yucatán y posteriormente realizó profundos cambios políticos y sociales como gobernante del estado de Tabasco, donde se le recuerda como uno de los grandes transformadores de ese territorio del sureste. Buscando eliminar el fanatismo religioso implantó un programa anticlerical, la persecución a los curas con antecedentes de alcoholismo y polígamos fue de grandes proporciones, de tal manera que llamó la atención de Graham Grenne, escritor británico quien escribió las odiseas de los sacerdotes católicos en su obra: El poder y la gloria.
El primer gobernador constitucionalista en el estado fue Eleuterio Ávila, ingeniero vallisoletano con tientes socialistas; entre sus acciones se le recuerda como quien decretó el fin de la esclavitud por servidumbre a la que tenían sometidos a los mayas.
La casta divina mostró su fuerza y el decreto fue aplazado, considerando que la industria henequenera era la que prácticamente mantenía en pie al ejército de Carranza.
El general Salvador Alvarado, socialista utopista, al tomar las riendas del gobierno, concretó la abolición de la esclavitud de los mayas y tomó las riendas de la industria henequenera. Introdujo al estado en una vorágine progresista en donde la preocupación mayor era educación y construcción de nuevos ramales ferrocarrileros. Señaló cota a la Iglesia católica y se declaró enemigo del alcoholismo.
Atraído por los cambios en el terruño, Felipe Carrillo Puerto, que se encontraba militando con los Convencionistas y el Ejército del Sur de Zapata, regresó para ponerse a las órdenes del general Alvarado. La mancuerna de ambos socialistas se manifestó de inmediato en los progresos sociales que buscaban mejorar las condiciones de vida de los mayas.
Carrillo Puerto, basado en su carisma, habilidad discursiva y amor hacia la población vulnerable, se convirtió en personaje histórico trascendente; su vida y sus amores son fuente de inspiración. La fajina, la educación obligatoria, las milpas comunales, las cooperativas, el respeto a la mujer y el combate al alcoholismo fueron parte de su programa. Antes de ser electo, le antecedieron Carlos Castro y Manuel Berzunza, ambos de filiación socialista.
El último gobernante de esa estirpe fue el Gran Kanxoc, José María Iturralde Traconis, al que los mayas del oriente recuerdan en esta modernidad y lo consideran su benefactor.